Año nuevo ¿Vida nueva?

Año nuevo ¿Vida nueva?

The best way to get me to do something is to tell me I can't.:
Imagen extraída de Pinterest

Una botella de espumante sin abrir, dos copas, 12 uvas en cada una, los dedos tamborileando con ansiedad sobre la mesa. Las ansias nos consumen mientras esperamos la medianoche. Sonreímos como idiotas, ya no sabemos si por estar juntas (nosotras, las brujas) después de tanto tiempo o por que son las 11:57 pm. Cuando llega el momento, un grito resuena desde lo más profundo de nuestros pechos hasta los balcones vecinos ¡Año nuevo! ¡Al fin!

Siento una alegría enorme, como si este fuese un comienzo diferente; y lo es. No hay dos comienzos iguales y este seguro que no lo es ¿Quién diría que estaría aquí, recibiendo el año desde un balcón, con el viento helado abrazándome y un cielo herido por mil fuegos? Hasta me dan ganas de bailar un merengue en mitad de la sala.

Sí, fue un momento mágico, mas no una historia de Cenicienta al revés. Llegó la medianoche, pero mis pantuflas no se volvieron zapatillas de cristal. Me comí mis uvas, azucaradas con 12 deseos fugaces que ya ni recuerdo. Eso no quiere decir que ganaré la lotería, que encontraré el amor de mi vida o que me haré una celebridad este año. Puede ser, pero no porque crezcan plantas mágicas en mi estómago y florezcan realidades. Seguía, sigo y seguiré siendo yo.

Cada quien vive ese momento, casi todos con un monólogo interior de todo lo que desean, haciendo juramentos de lo que será, y será así "como que me llamo Mengano". Muchas palabras que no pasan de ser enunciados ¿Acaso en esa medianoche la magia hace nuestros sueños realidad? Lamento estallar la burbuja. No.

Esas 12 semillas de mi estómago, no son sueños ni deseos para un genio, son metas que plantar en el suelo. Es bonita la tradición y divertido el juego, pero regresemos a la tierra. Hace días que la magia ha pasado, no nos sentimos tan nuevos, sino mayores. El tiempo corre y nosotros...caminamos ¿Saben qué vale la pena hacer? Tomar la magia de ese instante, ese fuego que quema los pies y la dulzura que baila en mi lengua, todo sin que falte nada, y usarlo como sazón de la rutina. Cada día no debe ser un martirio de aburrimiento. Hay que hacer realidad esas metas con la misma sonrisa con que las bautizamos en la mente.

¿Estamos vivos? ¿Si? Pues vivamos.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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