Prosa a las mariposas
Prosa a las mariposas
"Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte"
Minerva Mirabal
Como hoy murieron las mariposas. Las mató un falso sol
negro, bañado en sangre ¿Quién se acuerda ya de ese revolotear? Pocos: los afortunados
que las vimos batir sus alas y volamos prendidos de pasión. Ellas, ellas
encendieron llama viva en nuestros pechos de muerto carbón. Éramos criaturas
heladas por la apatía y el miedo ¿Ellas? No paraban de pintar colores en
nuestros ojos lagañosos: blanco, rojo y azul.
No eran diosas. Toda su riqueza estuvo en ese amor a
la sangre, a la vida y a su tierra, más allá del ojo de agua en que corrieron
inocentes orugas. Veo aún la Patria en carne prieta correr entre rosales; veo
la trenza larga, látigo de atípica hermosura; veo en mis oídos risas infantiles
a la voz de “arroz con leche”. No se escudaban en sus mejillas sonrosadas: sus
mentes eran su mayor gracia ¿Amor? Sí, mas no inflado deseo juvenil de besos
bajo framboyanes: fue una ola de sentimiento sincero, arraigado, inmortal. Se
ganaron el derecho de madres, no sólo por lo hinchado de sus vientres, sino por
ser patricias de una revolución. Ni
pisadas, ni atropellos, ni el sabor de la cárcel…Nada, nada medró esas alas cual
rugir del trueno; trueno que fueron sus voces en el silencio; silencio que
rompían sus miradas; miradas que cantaban secretos.
Cuando dejamos de escuchar melodías en el viento, lo
supimos: se habían ido. ¡Malditas sean esas viejas patas de chivo! incapaces
siquiera de cubrir sus huellas y los trozos de nuestros corazones rotos ¡Ay
sol, estúpido sol! Ufano y prepotente, por un momento te viste de verdad
omnipotente. Tan nublados tenías los ojos con tu propia masacre que fuiste
incapaz de ver que ellas eran inmortales. Cuando rompiste sus huesos, liberaste
el espíritu que nos faltaba para sabernos héroes.
Lástima que los héroes quedásemos en un pasado
polvoriento. Tú no estás, sol de carne, pero vástagos con tu misma lumbre negra
en su ser deambulan por el mundo. Solo espero que en algún día que yo no podré
ver, en algún rincón del mundo menos olvidado, nazcan nuevas mariposas, con mismo
vuelo y diferente final.
Yanil Sabrina Feliz Pache
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