Tarjeta de presentación
Tarjeta de presentación
"Confianza no es pensar que les gustaré. Confianza es saber que estaré bien si no lo hacen" |
Era una tarde bastante aburrida. Todo parecía moverse en cámara lenta: desde los vehículos en la avenida hasta las hojas de los árboles que caían junto a mi ventana.
Miraba aquel paisaje, absorta, pensando en algo que hacer. Entonces vi mi billetera. La veía sin verla todos los días. Es decir ¿Cuándo fue la última vez que me detuve a ver lo que había dentro?
La tomé y comencé a revisar los escondrijos y bolsillos misteriosos. Bueno, no hay tanto misterio realmente pero tenía que verlo así para no sentirme idiota.
Y entre tarjetas de supermercado y cupones vencidos, vi un papel que me llamó la atención. Una tarjeta blanca, con un nombre desconocido, una compañía sin importancia y un número de teléfono inútil.
"Desconocido", "sin importancia"; "inútil"... parecería que aquello no debería de haberme interesado tanto. Pero lo hizo bastante. No por lo que era sino por lo que evocaba en mi.
Esa tarjeta era el puente invisible que me conectaba a esa compañía y a su peón.
¿Cuál es mi tarjeta de presentación? ¿Cuál es la de mis amigos, conocidos? ¿Y la de todas aquellas personas que aún no conozco ni conoceré?
Hoy en día parece que nadie use su propia personalidad como "Marca registrada". Aparentemente es necesario un sello de fortuna, ropas de marca, gafas de sol en invierno, vehículos descapotables con bramidos bestiales, cuerpos perfectos, un vocabulario basto e incomprensible, etc. para ser alguien digno de atención.
¿Qué ha pasado con las sonrisas cálidas, no radiantes? ¿Con los gestos solidarios y desinteresados? ¿Qué pasa con la confianza? ¿La amistad verdadera, que perdura? ¿Con la humanidad misma? ¿Qué podemos hacer los que sólo contamos con nosotros mismos?
Rompí ese papel y lo arrojé a la basura. La rabia asesinó a la pereza. Me paré, lanzada por un resorte invisible, y me dirigí al espejo del baño. Miré con orgullo mi tarjeta de presentación: yo misma.
Me da igual lo que piense este mundo loco y maldito. No tendré fama ni dinero manando a borbotones de mis bolsillos. No apesto a oro ni a billetes. Soy yo y ya. Aquellos que rechacen mi tarjeta, adiós y muy buenas. Que se queden con sus compañeros de plástico. Yo prefiero a los que me acepten así, como yo a ellos: de carne y corazón, de hueso y alma.
Yanil Sabrina Feliz Pache
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