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Reflexiones de verano

Reflexiones de verano Cuando era pequeño, le tenía miedo a los payasos. No me pregunten por qué; no sé si era la nariz roja, la cara en general, la risa estridente, o todo en conjunto. Ahora ya no me dan miedo, sólo me fastidian. Para ser sincero, preferiría mil veces seguirles temiendo antes que temer a lo que temo hoy día: miedo a la soledad, miedo a la muerte, miedo al fracaso, miedo al rechazo de un mundo que, al fin y al cabo, le da igual quién sea o qué haga mientras no les afecte, y a quienes le importe, no deben clasificarse como parte del "mundo". Aquellas tardes de verano cuando todos hacen lo que les place y uno se queda en la cama bañado en sudor y vagancia (no me gusta la palabra pereza, me suena muy pecaminosa), son momentos fantásticos para reflexionar y soñar despierto; fue en una de esas cuando me di cuenta de algo: no son esas cosas las que me dan miedo, es el miedo en sí lo que me da pavor. El miedo me paraliza hasta la médula, me agarra como un m...

IDFK

IDFK No sé si debería decírtelo. Bueno, deber, debo, pero no puedo decir lo que no entiendo. Es que es tanto que es poco si me pongo a pensarlo. Me miras como si estuviese loca, cuando sólo soy víctima de mi cansancio. Pues sí, estoy cansada: las emociones agotan más que la maratón que hiciste en primavera o que la desvelada en temporada de exámenes. Hasta la bondad me parece un trabajo titánico hoy en día. ¿Sabes que pensé en graparme las orejas? O coserlas tal vez; como ya me ha saturado el dolor, creo que no sentiría la aguja bailando gimnasia rítmica en mi carne. Agota tanto escuchar, oír, oír y escuchar, ignorando comentarios tan inocentes que hacen daño o noticias tan viejas que reabren llagas viejas. Súmale el tener que espantar memorias viejas como a los mosquitos que me roban el sueño las noches de verano. Pues sí, llegan días que tu interior está revestido por una neblina densa, mientras tu exterior refleja la belleza de un día de vacaciones.  Al final, no ...

Carrusel

Carrusel Hacía aproximadamente 22 años que no subía al carrusel. Cuando era niña, le fascinaba ver aquella sucesión de colores en movimiento; era como estar dentro del caleidoscopio que le había regalado su padre a los 3 años. Le había costado aprender esa palabra casi tanto como aceptar su muerte; el día que supo hacer ambas cosas, supo que era adulta, aunque no no quería serlo. Tampoco quería ser una niña, porque los niños tienen que crecer; incluso Peter Pan tuvo que hacerlo al acabar la historia.  Era de noche y la feria estaba cerrada: Massimo, el jefe del circo, le había dado la llave. Cuando se la dio, retuvo sus manos entre las de él y le declaró su amor ¡Bah! Ella sabía que eso no era amor; el "amor" que profesaba él era como el que ella sentía hacia las motas de polvo flotando frente a su ventana al amanecer. No podía decirle nada: necesitaba ese cariño efímero, por encima de lo mala que se sentía en el fondo; y aunque no lo amaba, le agradecía profundamente...

To a lost light

I don´t want to write another poem for you: I want to write something to you. You don´t know me and I never knew you, yet I miss you. It´s weird how one can long so badly what was never held: I would have loved to gaze at your eyes, dressed in innocent maturity; next to a valley of heat and dust, a gleam of oblivious hope. Now that I know I will never know, I wish to hear your voice and mine colliding, our hands bonding, our souls tiding. Ever since that day, I try to remain silent, hoping to hear your childish laughter, tickling my ears in oriental winds. Damned those beasts who diminished our meeting: a dream that was born the day you were gone. Damned they who swallowed your light and puked a sea of mourners. Here I am: a simple drop: not from the same waters, yet not less blue. Why isn´t the world calling your name? Why are you not answering? Why are we not moving? My legs are not broken, but how can I, march when my heart is frozen? I´m not drugged, but I´m doped ...

Dear Mr. Stranger

Dear Mister stranger, I guess it may result odd to you being called in such a manner. Please, let me explain myself; you will see it is quite clear once I get this off my chest. I hope my emotions do not mislead me and make me put my foot into my mouth without even noticing. While I write these words, bittersweet memories assault me— laughter, movies, kisses, geeky talks at midnight— I used to cherish them so much, but now they are such a pain in the neck! Like this devilish smile that haunts me when I remember your lies...I´m losing my path again. This is a bitter pill to swallow, but I must go on. After all, some say love is blinding, yet time and loneliness are enlightening (and you gave me a lot of both). Every time you say you love me, it feels like a slap in the face; it is no longer true: now it´s just a phrase. I am sick of searching someone to blame: “was it your coldness? Was I too selfish?” Does it even matter? What I hate the most about you is that I cannot...

Mala actriz

Mala actriz Te veo, niña, figura grotesca; aguardo se quiebre tu endeble careta. ¡Qué aprieta la llevas! En tu tez se encarna la mueca, la piel entre los bordes se cuela, el agua y la sangre se entremezclan. Tus raquíticos brazos, muñeca, bailan al son de sus dedos, titiritero de mil cuerpos. Fría tu llama, no pones pretextos. Escucho tus pies ahí dentro:Corres y corres, dando vueltas sobre la mismas mofas crueles del ayer...  hasta que nacen huevos de carne transparente. Eclosionan: salen rabiosos gusanos de agua reptando  por los lagos de tu rostro verdadero y te pican el cañón entre los senos. Tú, sólo tú, penosa caña seca, los sebas con tu carne blanda y fresca. Te comen de dentro hacia afuera, infectan tus huesos con su saliva ponzoñosa: la ceniza se vuelve carroña. Ahí te quedas, esqueleto muerto, cantando una nana alegre al compás de la llorona. Te veo niña, figura grotesca, pantomima hueca cual tu rota careta.  Ya...

Agridulce

Agridulce Me gusta amarte porque es mi droga: mientras más la pruebo, más la necesito; necesito las miradas, las caricias, las ilusiones con regusto amargo al masticar. Me gusta amarte porque me agrada sentir las cosquillas en la piel, los besos en la sien, la sonrisa de idiotez. Me gusta soñar con los ojos abiertos buscando sediento tu mirada. Me gusta amarte porque soy masoquista, porque me gusta mi almohada bañada en lágrimas, el abrazo de la soledad involuntaria, mi corazón de roca quebrarse lentamente; Me gusta amarte porque me gusta odiarme cada vez que veo tu espalda, el espejo opaco de mi estupidez, mientras te fundes con él. Yanil Sabrina Feliz Pache