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Mostrando entradas de 2019

Pintura invisible

Mi mamá me pregunta “muchacha y cuándo e que tú viene” mi papá me pregunta    “muchacha y cuándo e que tú viene” mi prima me pregunta            “loca y cuándo e que tú viene” mi amiga me pregunta        “manita y cuándo e que tú viene” el amigo de un extraño me pregunta “y cuándo e que tú viene” y yo ya no sé qué responder porque cuando estoy allá no sé si estoy cuando me siento en una mecedora en el balcón mirando no sé si a España o al dedo mal puesto de Colón. Aquí y allá significan lo mismo             se borraron             se enredaron             se perdieron en una rubia y en una morena en una acera y en una jeepeta en un abrazo y en dos besos. Allá no sabe igual que te agarren el culo Aquí no sabe igual escuchar El blue del ping pong Se mezcla to, incluso yo         cuando soy tiguerona         cuando me vuelvo monja         cuando me llaman guapa         cuando me dicen loca mi novio me pregunta “cuándo regresas”

Memorias de un insomnio nonanto

Después de años de experiencia en perder sueños—y alguna que otra pesadilla—he chocado con una verdad universal resumida en 4 palabras:     La noche guarda secretos Si, la noche guarda secretos, como el secreto de una habitación donde la pasión se quedó dormida hace años (¿y el amor?); o la belleza infantil que remata hasta a los más fervientes odianiños; o el miedo en saber que los perros también duermen de noche; o el descubrir que los cristales rotos que se esuchaban eran mi corazón quebrándose y cayendo en el vacío. Son verdades que se encuentran después de darle 100 formas a las nubes en el techo, cuando sudor y tedio hacen resbalar un cuerpo del colchón. A veces, en esas noches de insomnio, me visita mi abuelo. Una vez me contó cómo la edad le dio el superpoder de viajar al pasado y hacer que una botella de cerveza valiese 5 pesos. Los médicos nos dijeron que era el Alzheimer, pero abuelo me decía que los médicos le tenían envidia: nadie puede quitarle a un vi

Reflexiones desde mi otra cama

Extranjero…. Tenía razón Rafael Amor: es una palabra triste. Mi tierra me sabe sabe a canas de abuela, a olor a café con crema después de comida, a vida después de la muerte; a embarazo adolescente, a machismo cotidiano, a quejas que salen cual arañas negras de debajo de las piedras. Mi tierra me sabe a sonrisas y besos, a brisa de verdadero invierno, a paseos en solitario a las nueve de la noche; a lucha, a contraste, a una dualidad que no me pertenece. Ser extranjero es mantenerse a la espera de de una declaración de persona non grata ; sin querer ya lo hizo un gobierno que me puso 199.1 pegas para llamarlo mío ¿No lo hicieron ya las 20 voces que me lo afirmaron? Es sentir un pinchazo en el corazón cada vez que digo “estoy en casa” ¿Eso se llamaba traición? Es ser (o digamos mejor sentirse) un pez fuera del agua, nadando entre lo grotesco y lo exótico. Cada vez que me aclimato, el Atlántico me recorre la columna y vuelve la confusión. Ser extranjero es

Lecciones de vida

Lecciones de vida He aprendido que un adiós no siempre es despedida y que un hola no siempre es un comienzo. He sentido la soledad cuando menos sola he estado. He aprendido que un silencio vale mil palabras y que una palabra puede crear mil silencios. He descubierto que para encontrarse primero hay que extraviarse y que ser débil es de fuertes. He aprendido que hay más estrellas en un rostro enamorado que en una noche en la montaña. He peleado con quienes más quiero y hoy nos amamos más que nunca He aprendido lo que es llorar por amor y me río porque valió la pena. He visto el amanecer en unos ojos y el edén entre unas piernas. He aprendido que el mundo es cruel y que yo no quiero serlo. He recuperado cada beso que me han robado. He aprendido que las peores lágrimas las dan quienes más quieres Los mejores consejos saben a tristeza. He hablado con mi peor enemiga en el espejo del baño: algunas veces hemos hecho las paces. He sufrido y he gozado. Me he caído