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Mostrando entradas de septiembre, 2017

Lo increíble está en lo sencillo

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Lo increíble está en lo sencillo http://www.todopaisajes.com/Imagenes/atardecer.jpg No, no tengo fotos espectaculares; soy una mosca inocente atrapada en esa enorme red y lo poco que ven de mí no es para nada del otro mundo: sin monumentos ni paisajes de postal, sin cócteles coloridos, sin manos, sin anillos. No hay nada más que piezas de un rompecabezas que nadie podría armar. Tiradas, rotas, mojadas, perdidas...suerte al que quiera enfrentarse a la decepción. Las piezas de mi verano nadie las puede ver, sólo yo; son mi tesoro, pero no por ser despampanantes. Es oro para mí el recuerdo de la vuelta a casa, ver esos rostros que tanto quiero y reconocerlos; son rubíes las luces de los autos mientras salgo de paseo con mi familia; son esmeraldas los árboles que veía en la galería de casa; mi cabeza es mi joyero y mis memorias mi caja de tesoros. Claro, también hay arañas, serpientes y salamandras. Aún así hay que disfrutarlo. No fui a restaurantes de lujo, pero con gen

Rest in peace

Rest in peace                  Birds are chirping through the window,                      Flowers blooming everywhere;­ I hear kisses, rubbing legs And love whispers all around. But here I am,  Immune to spring´s spell; And it is you who I must thank For this winter in my chest. We fell in fall, All balls and calls, From moon to noon, We were aloof. When did it all changed? Was it your selfishness? Was it my numbness? Who was the murderer of our love? Why did our lust got lost? I thought you were a young man, But you were just a big boy; We were face to face, You gave me back your back. Yet don´t be mistaken, new stranger, It´s not your lips what I miss, Without them I can live, Nor is it the heart you swore was mine. Love was sweet, yet it had to end, What you gave me is easy to get: You found it soon, why shouldn´t I? Losing “you” is not a reason to die What I miss is our chats by insomnia, those geeky,

Entre dos mares

Entre dos mares Las luces del avión estaban apagadas; no había ni una azafata a la vista, a veces las escuchaba hablar y reír un poco tras de mi, en el fondo del pájaro de metal; todos dormían menos yo. Me arropé en mi manta como un burrito de res, mirando la película más interesante que encontré. Abrí la ventanilla, pero no había más que oscuridad. La pantalla en el respaldo de mi asiento decía que faltaban cuatro horas para llegar ¿Qué hora sería para mí? ¿Estarían despiertos en casa y durmiendo en mi hogar? Ya no sabía ni sé cuál es cuál, si de donde me fui o adonde voy. Como ya ni le hacía caso a ese actor tan guapo (de cuyo nombre nunca supe enterarme), detuve la película e intenté dormir. Ni las pastillas, ni la valeriana, ni las nanas me hacen dormir, así que recurrí a mi somnífero favorito: soñar despierta. Lo intenté, pero mi mente mezclaba cartas blancas y rojas: memorias de las vacaciones que acababan y como pensé que sería mi llegada. Las alegrías y las penas, de