Entre dos mares

Entre dos mares



Las luces del avión estaban apagadas; no había ni una azafata a la vista, a veces las escuchaba hablar y reír un poco tras de mi, en el fondo del pájaro de metal; todos dormían menos yo. Me arropé en mi manta como un burrito de res, mirando la película más interesante que encontré. Abrí la ventanilla, pero no había más que oscuridad. La pantalla en el respaldo de mi asiento decía que faltaban cuatro horas para llegar ¿Qué hora sería para mí? ¿Estarían despiertos en casa y durmiendo en mi hogar? Ya no sabía ni sé cuál es cuál, si de donde me fui o adonde voy.

Como ya ni le hacía caso a ese actor tan guapo (de cuyo nombre nunca supe enterarme), detuve la película e intenté dormir. Ni las pastillas, ni la valeriana, ni las nanas me hacen dormir, así que recurrí a mi somnífero favorito: soñar despierta. Lo intenté, pero mi mente mezclaba cartas blancas y rojas: memorias de las vacaciones que acababan y como pensé que sería mi llegada. Las alegrías y las penas, descubrimientos y decepciones. Las mariposas revoloteaban por todo mi cuerpo; algunas se quedaban en mi estómago, otras volaban a mi cerebro. Nadie las podía ver: yo estaba muy tranquila, con mis ojos cerrados. Nadie podía saberlo. Deseaba que alguna saliese por mi oreja y les hiciese ver cuán duro es. 

Cuando llegamos, fue llegar a la realidad o así tuve que llamarle. Ya estaba en...en ese lugar, casa u hogar, ya ni sé; tal vez ambos, tal vez ninguno, ya no sé nada. Hacía unas horas todo era abrazos, sonrisas pintadas de orgullo y pena por ambos bandos, algo de tensión y dolores de cabeza; ahora todo era material para recordar en una fila kilométrica. Y lo siguió siendo bajo sábanas, en aceras despejadas y en noches de insomnio. Fácil y difícil es volver cuando vives en dos y en cero; algo que entiendes o que no, qué sé yo. Lo único que sé es que sólo puedo ser. Ser yo en cualquier lugar. Muévanse los océanos, salte mi cuerpo entre montañas o zambúllanse en mares sin nombre. Mi nombre siempre mío, mi alma siempre mía, yo siempre mi propio ser. Mejor dejo descansar al hámster en mi cerebro y me pongo a cumplir con lo dicho. Hasta luego.

Yanil Sabrina Feliz Pache


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