Memorias de un insomnio nonanto



Después de años de experiencia en perder sueños—y alguna que otra pesadilla—he chocado con una verdad universal resumida en 4 palabras:

    La noche guarda secretos

Si, la noche guarda secretos, como el secreto de una habitación donde la pasión se quedó dormida hace años (¿y el amor?); o la belleza infantil que remata hasta a los más fervientes odianiños; o el miedo en saber que los perros también duermen de noche; o el descubrir que los cristales rotos que se esuchaban eran mi corazón quebrándose y cayendo en el vacío. Son verdades que se encuentran después de darle 100 formas a las nubes en el techo, cuando sudor y tedio hacen resbalar un cuerpo del colchón.

A veces, en esas noches de insomnio, me visita mi abuelo. Una vez me contó cómo la edad le dio el superpoder de viajar al pasado y hacer que una botella de cerveza valiese 5 pesos. Los médicos nos dijeron que era el Alzheimer, pero abuelo me decía que los médicos le tenían envidia: nadie puede quitarle a un viejo su habilidad...ni su fecha de caducidad. Ayer le pregunté si la amaba, pero justo se puso un dedo arrugado frente a los labios y se desvaneció; entonces me respondió el llanto quedo de mi abuela entre cada avemaría del rosario.

Abuelo, con su funda negra llena de bolones. Abuelo, su sonrisa tímida de macho enternecido. Abuelo, voz suave, como el relámpago que antecede al trueno. Abuelo, con su pipa de madera llena de tabaco y su sombrero de paja (espera, creo que eso fue un sueño).

No sólo viene abuelo a verme cuando el sueño me abandona. Es en esas noches cuando escucho sus pasos en la calle desierta, fundida con las sombras (tal vez ella es una sombra), salvo por esos labios rojo sangre que te paran en seco cual semáforo. Yo la miro desde la ventana del comedor cuando voy a beber agua, gritándole en mi cerebro que está equivocada, que está equivocada, que está equivocada...y lo está. Siempre lo está. Sé que no siempre lo estará.


Algún día no lo estará y visitarme con mi abuelo. Abuelo sin funda, sin bolones, sin sonrisa, sin voz. Abuelo con el traje que llevó en el funeral; abuelo con una lágrima recorriendo las arrugas; abuelo hablando con los ojos. Seguro que esa noche no perderé el sueño, ni la pesadilla. No escucharé su mirada, ni me pararán esos labios rojo sangre. Serán el sol, 3 gritos y un aullido quienes me avisen que pasó por aquí. Eso si no me hacen partir con ellos. Who knows.

YSFP

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