Limpieza del cajón
Creo que ni en un millón de años me habría imaginado verlo en una firma de libros mía ¿Que era obvio? Evidentemente, es una buena persona después de todo, pero siempre tienes esa espinita dolorosa pero calmante de que esa persona ya a estas alturas de juego te odia y que lo más que puedes esperar es un correo electrónico con un “felicidades” a secas. Pero noooo señores noooo; nunca digan que conocen a alguien, porque la cara de pendejos que les quedará saldrá en la prensa. Tuve la suerte de que los periodistas ya hace rato que se habían ido al Starbucks de enfrente y nos daban todos la espalda. Ya sé que no importa lo que llevaba puesto (salvo que sean el Sergio Marquina y yo una inspectora de policía, o que sean unos depravados a palo seco), pero mi madre siempre le dio importancia a esas cosas, así que ahí estaba yo, con una blusa manga larga negra blanca, y un pantalón de tela roja. Incluso me puse una chaqueta negra para ya verme más formal. Qué más da, con el aire acondi