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Limpieza del cajón

Creo que ni en un millón de años me habría imaginado verlo en una firma de libros mía ¿Que era obvio? Evidentemente, es una buena persona después de todo, pero siempre tienes esa espinita dolorosa pero calmante de que esa persona ya a estas alturas de juego te odia y que lo más que puedes esperar es un correo electrónico con un “felicidades” a secas. Pero noooo señores noooo; nunca digan que conocen a alguien, porque la cara de pendejos que les quedará saldrá en la prensa. Tuve la suerte de que los periodistas ya hace rato que se habían ido al Starbucks de enfrente y nos daban todos la espalda.  Ya sé que no importa lo que llevaba puesto (salvo que sean el Sergio Marquina y yo una inspectora de policía, o que sean unos depravados a palo seco), pero mi madre siempre le dio importancia a esas cosas, así que ahí estaba yo, con una blusa manga larga negra blanca, y un pantalón de tela roja. Incluso me puse una chaqueta negra para ya verme más formal. Qué más da, con el aire acondi

La tita Teresa

La tita Teresa La primera en salir de la tumba fue la tía Teresa. Fui yo quien le abrió la puerta. Obviamente la invité a pasar, mi madre me enseñó que es de muy mala educación dejar esperando a una persona en el portal, esté viva o no. Quería invitarla a algo de tomar o de comer, pero no sabía qué se le da de comer a un no muerto. No quería comprobar si lo de las películas era cierto (necesitaba mi cerebro para el examen de matemáticas), pero bueno, de momento sus manos permanecían ancladas a sus rodillas, sosteniendo su falda como la última vez que vino a casa hace dos meses, justo antes del “accidente”.  Cada vez que escuchaba esa palabra me olía a pescado, en parte porque la morgue está justo al lado de la pescadería de Pepe y en parte porque algo me parecía raro en la muerte de la tita. “Suicidio” no encajaba nada con la muerta que estaba a mi lado; aún ahora, con media cara cayéndosele y el sonido de los gusanos revolverse bajo la raja del cuello emanaba f

De turismo

Se despertó con el olor a mangle.  Se quitó las lágrimas con violencia.  Sabía que debía haber cambiado las sábanas después de jugar, pero ganó la pereza.  Todo fue culpa de las sábanas y del maldito calor.  Anoche volvió a soñar con él. Navegaban por los grandes ríos; el Amazonas se extendía a los costados del barco de madera. Un barquero de apariencia taiwanés permanecía de pie en la proa, tras la punta en forma de pico. Ella estaba sentada unas dos filas más atrás, donde solo ves agua verde y cielo azul; él estaba en el extremo opuesto.  Había conocido demasiadas caras de él en vida, demasiados selves en el himself. Desde que pasó, cada vez que lo soñaba, era una persona diferente, una nueva primera vez. Esta vez, veía a un hombre abatido, extrañamente cansado, con cara de hastío. Era evidente que no quería estar ahí y por alguna razón a ella se le retorcía el pecho. Aquel hombre no paraba de mirar al manglar, al vacío, una mano sosteniendo su cabeza, l a

Pintura invisible

Mi mamá me pregunta “muchacha y cuándo e que tú viene” mi papá me pregunta    “muchacha y cuándo e que tú viene” mi prima me pregunta            “loca y cuándo e que tú viene” mi amiga me pregunta        “manita y cuándo e que tú viene” el amigo de un extraño me pregunta “y cuándo e que tú viene” y yo ya no sé qué responder porque cuando estoy allá no sé si estoy cuando me siento en una mecedora en el balcón mirando no sé si a España o al dedo mal puesto de Colón. Aquí y allá significan lo mismo             se borraron             se enredaron             se perdieron en una rubia y en una morena en una acera y en una jeepeta en un abrazo y en dos besos. Allá no sabe igual que te agarren el culo Aquí no sabe igual escuchar El blue del ping pong Se mezcla to, incluso yo         cuando soy tiguerona         cuando me vuelvo monja         cuando me llaman guapa         cuando me dicen loca mi novio me pregunta “cuándo regresas”

Memorias de un insomnio nonanto

Después de años de experiencia en perder sueños—y alguna que otra pesadilla—he chocado con una verdad universal resumida en 4 palabras:     La noche guarda secretos Si, la noche guarda secretos, como el secreto de una habitación donde la pasión se quedó dormida hace años (¿y el amor?); o la belleza infantil que remata hasta a los más fervientes odianiños; o el miedo en saber que los perros también duermen de noche; o el descubrir que los cristales rotos que se esuchaban eran mi corazón quebrándose y cayendo en el vacío. Son verdades que se encuentran después de darle 100 formas a las nubes en el techo, cuando sudor y tedio hacen resbalar un cuerpo del colchón. A veces, en esas noches de insomnio, me visita mi abuelo. Una vez me contó cómo la edad le dio el superpoder de viajar al pasado y hacer que una botella de cerveza valiese 5 pesos. Los médicos nos dijeron que era el Alzheimer, pero abuelo me decía que los médicos le tenían envidia: nadie puede quitarle a un vi

Reflexiones desde mi otra cama

Extranjero…. Tenía razón Rafael Amor: es una palabra triste. Mi tierra me sabe sabe a canas de abuela, a olor a café con crema después de comida, a vida después de la muerte; a embarazo adolescente, a machismo cotidiano, a quejas que salen cual arañas negras de debajo de las piedras. Mi tierra me sabe a sonrisas y besos, a brisa de verdadero invierno, a paseos en solitario a las nueve de la noche; a lucha, a contraste, a una dualidad que no me pertenece. Ser extranjero es mantenerse a la espera de de una declaración de persona non grata ; sin querer ya lo hizo un gobierno que me puso 199.1 pegas para llamarlo mío ¿No lo hicieron ya las 20 voces que me lo afirmaron? Es sentir un pinchazo en el corazón cada vez que digo “estoy en casa” ¿Eso se llamaba traición? Es ser (o digamos mejor sentirse) un pez fuera del agua, nadando entre lo grotesco y lo exótico. Cada vez que me aclimato, el Atlántico me recorre la columna y vuelve la confusión. Ser extranjero es

Lecciones de vida

Lecciones de vida He aprendido que un adiós no siempre es despedida y que un hola no siempre es un comienzo. He sentido la soledad cuando menos sola he estado. He aprendido que un silencio vale mil palabras y que una palabra puede crear mil silencios. He descubierto que para encontrarse primero hay que extraviarse y que ser débil es de fuertes. He aprendido que hay más estrellas en un rostro enamorado que en una noche en la montaña. He peleado con quienes más quiero y hoy nos amamos más que nunca He aprendido lo que es llorar por amor y me río porque valió la pena. He visto el amanecer en unos ojos y el edén entre unas piernas. He aprendido que el mundo es cruel y que yo no quiero serlo. He recuperado cada beso que me han robado. He aprendido que las peores lágrimas las dan quienes más quieres Los mejores consejos saben a tristeza. He hablado con mi peor enemiga en el espejo del baño: algunas veces hemos hecho las paces. He sufrido y he gozado. Me he caído