Eterna despistada

Eterna despistada





Sip. Eso es lo que soy: una eterna despistada. Podríamos resumirlo y decir "La típica".

Así es. Soy "la típica" que se pierde por zona conocida; "la típica" que jura que le han robado la billetera cuando la ha olvidado en el supermercado. Soy "la típica" que mete un suéter fucsia en una lavadora con ropa blanca y termina con una toalla color rosita pastel; soy "la típica" que siempre acaba las comidas con una mancha nueva; soy "la típica" que se desentiende completamente de una bandeja en el horno y se encuentra con un montón de carboncitos. Soy "la típica" que  se olvida del whatsapp y, cuando lo vuelve a mirar, tiene cientos de mensajes importantes; soy "la típica" que habla pensando que dice algo nuevo y, al final, cuenta historia antigua...

He llegado a pensar, incluso, que la gravedad está enamorada de mi. Siempre me atrae al suelo (y a las pelotas, pero eso es otra historia). Clases de gimnasia, mi graduación, las aceras de la ciudad, escaleras en casa... siempre escenarios para un beso suelo-rodillas, suelo-trasero, suelo-cabeza...en general, la tierra con mi cuerpo.

Así pues, soy eterna despistada. Doy gracias a Dios todos los días porque el cuello humano una la cabeza al cuerpo; de lo contrario, sería la jinete sin cabeza (y sin caballo, para ser sincera). 

Claro está, muchos despistados lo pasamos mal. Cuando no se  nace con esa habilidad natural para reírse de uno mismo, la cara de vergüenza y el sentimiento de inferioridad se vuelven algo típico. No fue sencillo.

Pero, al final, te adaptas. No, te aceptas. Así como aceptas ser morena o rubia, ser mestiza o caucásica, ser alta o enana, etc. acabas aceptando que tienes algo de "clumsiness" natural. Va cambiando a medida que creces, pero son pequeños accidentes que siempre sueles encontrarte. 

No es que eso sea impedimento ni excusa para ubicarse y hacer las cosas correctamente. Al contrario, me esfuerzo cada vez que cometo una de mis "encantadoras" metidas de pata. Trato de perderme mil veces hasta aprender a andar, pongo varias lavadoras aunque termine vistiendo como una bebé y trato de no olvidar la billetera antes de coger el bus. No, no dejan de pasarme mis cosas, pero ya es más el hecho de reír con el enemigo. 

Es justo por una vez reírme de mi, conmigo y no que sólo se rían de mi. 

Yanil Sabrina Feliz Pache

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