Carta para el Reverendo King
Carta para el Reverendo King
Discurso de Martin Luther King Jr en agosto de 1963 |
Estimado reverendo King.
Hace casi 53 años que su voz se hizo trueno e incendió los corazones de una nación. En vivo y en directo, claro está. Pues en 53 años, sus palabras espectrales siguen siendo igual de maravillosas.
Ciertamente logró muchas grandes cosas; numerosas leyes en defensa de las personas de color se deben a aquel maravilloso discurso tras una marcha titánica hasta el Capitolio de los Estados Unidos. Aquel glorioso agosto quedó marcado en la historia del mundo.
Desgraciadamente el virus maligno permaneció con vida en las mentes y corazones de muchos. Sus palabras quedaron plasmadas en las tablillas de la historia, pero no en la forma de actuar de los oyentes y lectores.
Henos aquí, medio siglo después. Personas de color que caminan por diversas calles del mundo. Libres, sí. Con derechos e igualdades, sí. Pero más de pantalla que de sustancia, pues ellos, como muchos otros grupos, caminan con temor. Aún hoy hay luchas y violencia, odio, deseos de venganza, palabras ponzoñosas y pensamientos de muerte.
Aún en este presente podemos decir que hay racismo. Todavía en este ahora, hay personas que, con tan sólo escuchar que sangre "de negro" corre por sus venas, se sienten asqueados y miserables. La isla que usted veía, con arenas ardientes de destierro y marginalidad, sigue estando allí.
Tampoco persistió su consejo: el odio y la violencia mutua entre ambos grupos, todos de hecho, es una cruda realidad. Tan real como los cadáveres y heridos que llenan de sangre las calles y avenidas estas primaveras y veranos. Como si fuera poco, esa sangre se usa como tinta para escribir crónicas en los periódicos y en las redes sociales: meras palabras sin el sustento de una voz poderosa como la suya.
Lamento decir, reverendo King, que yo comparto su sueño. Me duele porque eso no debería seguir siendo un sueño, menos después de tanto tiempo. Yo también sueño y tengo fe en esa igualdad; no sólo para los negros sino para todas las personas: sean blancas, negras, latinas... quiero que repique la libertad en todas las montañas y ciudades del mundo, para todos los hombres y mujeres con un corazón que late y una piel que suda, sin importar su color.
Sueño que todos seamos libres de nuestros prejuicios y los de otros. Sueño que cuando yo muera su sueño, nuestro sueño, sea realidad al 100%. Ojalá podamos decir todos juntos "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"
Yanil Sabrina Feliz Pache
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