Juguetes espaciales
Juguetes espaciales
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A veces pienso que alguien nos mira desde arriba. Pero no precisamente extraños hombrecitos verdes con cabezas enormes y ojos completamente negros. Más bien imagino que somos el juguete especial de una niña que habita en el cosmos ¿Se llamará Tulip? ¿Aliana? ¿Siso? ¿Gala? ¿Cosmos?
Se me presenta como una preciosa nenita de piel color azul celeste, contrastante con las paredes negras de su casa. Su pelo casi blanco brilla por el shampoo de estrellas y sus estornudos generan pequeñas galaxias.
Ella sostiene el planeta, su pelota maravillosa. La mira fijamente y disfruta con las pequeñas criaturitas que en ella moran. Somos hormigas de una granja, insectos en sus manos. Y ella, a su forma, nos ama.
Muchas veces nos saluda, aguardando con esperanza que alguno de nosotros la miremos. Para ella somos los bichos raros y bonitos de sus ojos. El tiempo para ella va tan lento que aún es muy niña: aún no sabe lo malvados y sucios que somos. No comprende bien los misterios de nuestra muerte, de nuestra perversión o de nuestra estupidez.
No. Ni ni los agujeros, ni los desastres que destruyen la Tierra, ni siquiera nuestras mordidas y picadas inconscientes a sus delicados dedos la hacen odiarnos.
¿Y si ella es como los niños de la Tierra? ¿Y si algún día se cansa de nosotros? ¿Y si su madre es como las madres terrestres? ¿Y si ve lo tóxicos que somos? Nos tomará y nos arrojará a algún agujero negro. Y la Tierra nunca volverá a ser la misma.
¿Qué nos pasará entonces? ¿Nos incineraremos? ¿Nos convertiremos en un enorme espagueti verdiazul? ¿Caeremos infinitamente? ¿O no pasará nada?
¿Quién sabe? Tal vez el espacio sea misericordioso y caigamos por sus manos (O la de quién sabe qué) en las manos de otro pequeño hijo del espacio. Incluso en las manos de los nietos de Tulip.
Yanil Sabrina Feliz Pache
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