Mirando el firmamento
Mirando el firmamento
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Apenas escuchaba el crujir de la
grava bajo mis pies. A muchos les daría miedo estar al borde de un barranco,
pero a mí no. De hecho, ni siquiera miré hacia abajo ¿Para qué? Ya estaba harto
de ver la misma ciudad, los mismos árboles, las mismas gorras extraviadas por
niños despistados. Hago una pausa para calmarte, amigo lector: no lees el diario
de un cadáver. Con mis ojos cerrados, alcé los brazos (ya me imagino el sonido
de tu corazón, tranquilízate) y me dejé caer en el suelo para mirar mejor las
estrellas.
Sí, soy un dramático, pero ¿Sabes?
También soy un melancólico, un existencialista y un soñador perdido. Me encanta
venir aquí sin que nadie lo sepa; de hecho, a día de hoy ni mi mejor amigo sabe
que este es el santuario de mi alma (dramático ¿No?). Sólo aquí, cerrando las
puertas a las luces de la ciudad y dando la espalda a la realidad de piedra,
puedo recordar lo bueno, llorar lo malo e imaginar lo nuevo.
Hoy el cielo está limpio. Ni una
nube a la vista ¡Cómo odio mis ojos de mortal! Ni en una noche como esta soy
capaz de encontrar la nebulosa de la Hélice. Puedo encontrar a Acuario, pero
esa nebulosa es tan difícil al desnudo, imposible… Ella sí la pudo ver, o al
menos eso me dijo después de 15 minutos de mirar a través de mi telescopio. Era
una chica muy paciente: yo parloteaba sin parar de Ganímedes y Zeus, le definía
lo que era una nebulosa y la justificaba por no ser capaz de verla, diciéndole
lo difícil que era aún con telescopio. Ahora que estoy callado, ella no está
conmigo.
Aún recuerdo el perfume de
orquídeas que llevaba y cómo pensaba en mi abuela cada vez que lo sentía. Sí,
tal cual: cuando la abrazaba, se dibujaba en mi mente una mujer de cabellos
canos y sonrisa bonachona. Ellas no se habrían llevado bien, porque mi nana
creía en los políticos. Recuerdo que mi nana tenía un amor platónico por un
político de pelo cano (más blanco que el de ella) y sonrisa de estrella de cine;
absorbía como una esponja las palabras de ese hombre y prendía una velita a los
santos cada noche por él. No, ellas no se habrían llevado bien.
Aun así, me habría gustado que se
conociesen. Nana ¿Por qué no esperaste un poco más? ¿Por qué no esperar y
conocer a la mujer que me rompería el corazón? Seguro que estás allí arriba, en
el cielo o en la nebulosa de la Hélice tal vez, mirándome con ojos de
borreguito triste. Mientras tanto, yo te busco como loco, con la espalda
empapada de rocío y los ojos secos de tanto llorar. Bueno, lo importante es que
tú me ves. Eso me basta.
Lo malo de este lugar es que es
tan especial que el tiempo se detiene para mí, pero para el resto del mundo
sigue. Y cuando vuelva a casa, mi madre estará preocupadísima, sin saber si
abrazarme como una boa o atacarme como una leona. Bueno, mejor las dejo
fantasmas de mi mente, antes de convertirme en uno yo.
Yanil Sabrina Feliz Pache
Reto #2
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