una historia, muchas historias

Una historia, muchas historias

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La historia es una completa transformista.

La historia se ve diferente según los ojos que la miren. 

Ella nace con un hecho, una realidad neutral e irrefutable. Unos hechos con características planas y asexuales, sin categorías fijas: aún las fechas, las horas y los personajes son imprecisos.

Nosotros las etiquetamos al descubrir su existencia, como lo hacemos con las personas de nuestro alrededor y con nosotros mismos: bueno, malo, horrible, progresista, catastrófico, glorioso. 

Para los ojos del vencedor fue una maravilla, para los ojos del perdedor fue una desgracia, para la víctima inocente fue una pesadilla, para el que no había nacido es un misterio. Cuando los testigos mueren, se pueden cambiar las letras. El papel puede ser reescrito y las mentes jóvenes remodeladas.

Los colores de la historia se desdibujan para quienes no estuvieron presentes y todo se transforma en matices de blancos, negros y grises. Luego, cada quien la pinta con sus propios colores: rojos sangrientos, dorados, ojos azules o pieles negras, etc.

Cada hecho tiene tantas versiones y opiniones como granos de arena tiene el desierto. Pocos son los que generan opiniones comunes: y esas comunes son distintas por las pequeñas diferencias que rompen el supuesto monocromatismo.

Ni siquiera yo conozco la historia que creo y vivo: mi propia historia se transforma a medida que crezco. Los hechos que en mi niñez eran divertidos, pasaron a ser infantiles. Lo que era pasión amorosa hace poco, ahora no es más que un sueño, y lo que vivo ahora no sé qué será mañana, pasado o en 20 años.

Debemos conocer el pasado para evitar que se repita ¿Que se repita qué exactamente? ¿Lo que me dicen que es malo? No; me preocuparé por crear el futuro que deseo para mis nietos, mientras vivo mi presente.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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