Nada es lo que parece
Nada es lo que parece
Robert Walser- escritor suizo |
Todos la ponían en un pedestal; ella era motivo de envidia, de admiración y aspiración de algo más. Toda una princesa, con una corona que no era de sangre sino de almas.
Miraban desde abajo su castillo en las alturas, sus muros de cristal, los convites para ella sola; la realeza siempre a su vera... todo ello enmarcado en su presencia: con cabellos y aroma dorado, piel de porcelana, pies de pluma, voz de alondra, la juventud desbordante, la sabiduría de un magno anciano y sonrisa áurea.
Pero los pilares se derrumban. Pero las alturas pueden caer. Pero el cristal corta. Pero la soledad, muchas veces, es amarga. Pero la realeza no siempre es real. Pero una presencia indica existencia. Pero no todo lo que brilla es oro. Pero la porcelana se quiebra. Pero las plumas fueron alas. Pero las alondras mueren. Pero la juventud se esfuma. Pero la sabiduría debe usarse. Pero el aura tiene ocaso.
Las estrellas que cada día embellecían su mirada, caían cada noche envueltas en lágrimas. Su risa angelical en gritos infernales. Y su "Bien" se desnudaba, dejando a la luz de las tinieblas las cicatrices de la vida.
Mera ilusión lo que el público ve. Ven a la actriz encarnada en un papel infinito. No hay cambio de actos, sólo el leve reposo en que el público se vuelve actor de su propio show.
Ahí se cortan los hilos del señor director. Ahí se siente el olor a cloaca. Ahí salen las ratas. Ahí se rompen los vestidos de seda y los labiales de carmín. Ahí la envidia no cuela. Ahí la reina es la pena.
¿Alguien hay? ¿Es que algún espectador se quedó en las ruinas? Ese crujir de cristales rotos ¿Son pasos de un ser solidario o son los pasos del espíritu que abandona el cuerpo?
¿Hay esperanza? ¿O ya llegó lo último para llevársela también?
Yanil Sabrina Feliz Pache
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