A la vuelta de la esquina
A la vuelta de la esquina
A. Lincoln- ex-presidente de Estados Unidos |
Alrededor del mundo, diversos países se acercan al momento de las elecciones. Tampoco es que haga falta recordarlo; muros y aceras, radio y televisión... por todos lados recibimos las palabras de los diversos candidatos, en una cacofonía de discursos que han causado no pocas migrañas.
Los discursos y debates son cada vez más preponderantes mientras la población mundial es sostenida por el cuerpo y forzada a mirar, a opinar, a decidir. Aún los extranjeros se ven a sí mismos formándose juicios de naciones extrañas y desconocidos que afectarán invariablemente sus vidas.
"Deber ciudadano" es la frase que, más que susurrarse, se grita a todo aquel que tenga la edad suficiente para presentarse frente a las urnas y tomar una decisión. Sí, nosotros los gobernados tenemos derecho a poner nuestro granito de arena para poner un rostro a quien tratará de mantener el orden de su respectiva nación.
¿Y dónde está el deber del gobernante? El deber que se desvanece cuando la cinta pasa su cabeza y se abre la botella de champaña ceremonial. Es la decepción sucesiva de los habitantes del mundo, que caminan esperanzados (ilusos, dirán algunos tal vez con razón) con el voto en la mano. Algunos, los que ya no dan fe más que a Dios, prefieren permanecer en casa: "Cuando ellos cumplan con su deber, yo cumpliré con el mío".
¿Es solución el silencio? No ¿Es solución la sangre? No ¿Es solución la fantasía? No.
Solución es que nazcan promesas con esperanza de vida. Y que no sean abortadas ni asesinadas. Solución es que la corrupción sea la utopía y no que lo sea la democracia (o cualquiera que sea la forma de mando). Solución sería que las cosas se viesen claras, pues muchos dudan ya si están en tiranías maquilladas (y mal maquilladas para colmo). Solución es que la bala hecha papel dé un disparo certero para terminar las injusticias y que de esa sangre nazca un progreso palpable.
Robo una vez más las palabras de mi viejo conocido Sócrates: Yo sólo sé que no sé nada. Ya veremos qué ocurre. A ver si esta vez las piezas del bizarro rompecabezas global se colocan correctamente.
Yanil Sabrina Feliz Pache
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