Palabras duras

Palabras duras

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Hay miles de palabras. Y sólo me refiero al castellano; ni hablar de cuántas en todos los idiomas, con o sin sonido. Signos, imágenes, gestos... me atrevería a afirmar que casi cierra el infinito.

Me he dado cuenta de algo. De esas miles de palabras, las más difíciles no son otorrinolaringología, paralepípedo ni esternocleidomastoideo. Estas palabras, tras verlas y acostumbrarte, las sabrás pronunciar hábilmente. Es como aprenderse de memoria un mini trabalenguas.

Pero ¿Y las difíciles? Esas lo son no por su número de letras ni la distribución de las mismas. Lo son por lo que son: te traban la lengua antes de intentar decirlas. Creo que con sólo pensarlas, la lengua adopta de inmediato forma de prétzel. 

"Sí", "No", "Perdón", "Te amo", "Ayúdame"... esas son palabras duras porque no salen de la mente ni de las cuerdas vocales. Salen de algún sitio en el interior, de nuestra pequeña gran dimensión desconocida donde ni la Tardis del Dr. Who ni la Enterprise de Star Trek podrán acceder jamás.

¿O qué crees que no lo he visto? ¿Vivido? ¡Si ocurre a cada momento! 

No poder decir que sí a una salida cuando estás en lo más profundo del pozo, ahogado en tus propias miserias y desgracias. O cuando sientes que te faltan brazos para tus propios asuntos y te ofrecen un apoyo. 

Más difícil aún decir que no; así veo muchas "come-no" que se ven a sí mismos en situaciones que aborrecen, sufriendo, pasando por calvarios: desde visitas a lugares que no gustan hasta arrojar el pudor y la decencia al inodoro. Todo por un desprecio y un odio de la otra persona ¡Imaginario! 

"¡Que me odiaría si digo que no!", "Que me sabía mal decir que no", "Que no pude" ¿Cómo lo sabes sin hacerlo? ¿O es que estás evitando directamente la otra parte difícil? Pedir perdón.

¿Por qué disculparse es un pecado? Grande es el que se sabe pequeño y reconoce que cojea. Pero no. Parece más sencillo parecer omnipotente y que nunca se mete la pata. Por eso mismo tampoco pedimos ayuda. Y nos hacemos una bola de nieve rodando colina abajo. Más grande, más grande... pero de problemas y dificultades insondables.

Me río ahora pensando en la frase "Es mejor pedir perdón que pedir permiso". Sí claro, si ni puedes disculparte con un accidente o un error inocente sin sentirte miserable o ponerte como un tomate.

Lo peor es que, en ocasiones varias, cuando la lengua se desenreda, es cuando es algo tarde, tal vez demasiado tarde. La oportunidad que se vuelve niebla, la persona que se vuelve humo, la realidad que se vuelve sueño, lo tangible que se transforma en espejismo.

Quiero seguir aprendiendo palabras nuevas, eso es cierto. Y sus orígenes, que ocultan tantas historias interesantes, también. Pero nada de eso lo  deseo tanto como poder decir esas palabras sin hacerme un lío y luego tragarme las lágrimas por su ausencia en el momento justo. Eso yo, al menos ¿Qué opinas, lo harías?

Yanil Sabrina Feliz Pache

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