Viaje de fotos

Viaje de fotos

Robert Capa- fotoperiodiata húngaro

Me gusta mirar fotografías viejas (aunque no soy fanática de que me las tomen). Meros trozos de papel o conjunto de pixeles digitales que guardan cierta magia engañosa.

¿Por qué engañosa? Porque sólo reflejan una parte de la realidad. Sólo una pequeña parte. 

La sonrisa de una foto no implica felicidad. Las sonrisas se pueden pintar y se pueden fingir. Los abrazos, los besos, la alegría...todo eso se puede reflejar sin por ello ser verdadero. Sólo quien se ve reflejado en la imagen, observando una sombra de su ayer, sabe lo que realmente ocurría y si la imagen es propaganda o memoria física.

Igualmente, las fotos poseen magia. Tienen el poder de llevar al pasado a quien estuvo allí. Aunque un desconocido no sepa lo que ocurre en una imagen, y sólo sonría con cierto agrado, el personaje de la foto cambiará su rostro con mucho más sentimiento. Una sonrisa radiante, una lágrima rebelda o un rostro rojo de ira. En segundos, un día completo se revive en la mente junto con anécdotas marcadas en nosotros, que sólo y sólo uno mismo conoce completamente.

Por más cosas que la gente diga de una imagen, nunca podrá hacer el viaje completo. Eso lo hará aquella niña en traje de baño rosa saltando sobre las olas o esa pareja dándose su primer beso como marido y mujer. Personajes que serán una joven con futuro y una pareja de ancianos (o quién sabe qué).

Recuerda que toda foto guarda muchos secretos tras los colores o el sepia. Pero que, de todos modos, son recuerdos invaluables y de gran poder para una persona. Guarda las memorias palpables pero no olvides que lo importante no es cuántas fotos tengas en tu álbum antiguo o los likes que reciba en las redes, sino el valor que tienen en tu mente y corazón.

Yanil Sabrina Feliz Pache



 

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