La verdad no vende
La verdad no vende
Thomas Mann- escritor alemán |
En un pequeño país olvidado, se acercaba el tiempo de elecciones. Ese año, entre un gran número de postulados de toda clase, tres fueron los elegidos.
El primer candidato, X, tenía una propuesta de crecimiento. Proponía la construcción de suntuosas carreteras, hospitales, una universidad, etc. Quería hacer diversos proyectos de infraestructura que "hiciesen más confortable y próspera la nación". No importaba el costo, sólo el resultado. Aumentaría los salarios y reduciría las horas de trabajo, de manera que las familias pudiesen estar juntas y el pueblo feliz.
El candidato Y pensaba en expansión. Deseaba que aquella tierra oculta fuese hallada. Deseaba promocionar el turismo; que visitantes de todo el mundo "conociesen las maravillas naturales e históricas del país". Incluso estaba dispuesto a invertir en recursos militares y materiales, para brindar su apoyo en las guerras de las grandes naciones. Así serían recordados como un país muy humanitario (o muy poderoso). Daría más vacaciones y promocionaría actividades mensuales en todos los puntos del país, haciéndolos gratuitos para los nacionales.
El candidato Z, era lo que podríamos llamar el realista. Él decía que, al inicio, no haría ningún proyecto de infraestructura. Prefería aumentar las exportaciones de sus principales materias primas: frutos secos y legumbres. Aumentaría los impuestos, sobre todo si las exportaciones fallaban, y reuniría capital. Y si todo marchaba bien, a mediados de su periodo comenzaría a mejorar la infraestructura y el sistema educativo y de repartición actual. Quería preparar la nación, de manera que, cuando acabase su periodo, hubiesen jóvenes cultos y sanos que pudiesen mantener y mejorar la prosperidad tan deseada.
Llegaron las elecciones. Algunos pocos abogaron por el realismo. Pero al final la gente se desvió entre los dos primeros candidatos. Y, dado que muchos temían a la sombra de la guerra, ganó el candidato X.
Nadie podía pensar que, justo ese año, los frutos secos y legumbres serían altamente requeridos en el mercado internacional. El presidente X deseaba rellenar sus arcas personales luego de los gastos de campaña. Y entre ayudas, celebraciones y planes, llegó la mitad del periodo y las arcas casi vacías (un patrón repetido). X se vio forzado a aumentar bastante los impuestos, todo para construir una carretera innecesaria y un hospital ultra moderno de oncología (con casi ningún caso de cáncer en la nación, pero sí miles de epidemias sanitarias sin manejar).
Una vez más, pueblo molesto, periodo podrido.
Cuando se acercaban las próximas elecciones, los amigos y familiares de Z le propusieron volver a postularse.
Z, con una taza de café en las manos y un libro en el regazo, respondió de forma clara y rotunda:
-¿Para qué? Yo siempre digo la verdad, basándome en la realidad. Y la realidad no vende. Les venden un sueño, pero la realidad es tan cruda y la espera tan tediosa, que prefieren tener fe en utopías. Yo ya hice lo que pude, ahora, que sea lo que Dios quiera.
Yanil Sabrina Feliz Pache
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