Días de cine

Días de cine

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No recuerdo exactamente cuál fue la primera película que fui a ver al cine. La primera que me viene a la mente fue la de "Peter Pan: en el regreso al país  de Nunca Jamás". Sólo era una niña, pero disfruté mucho.

No puedo asegurar que esa fuese la primera, pero sí que no fue la última. Y cada vez que fui guardó su encanto: el aroma a palomitas con mantequilla, carteles con luces, pósters, el murmullo...

En una sala de cine ves a toda clase de personas: desde los súper puntuales (yo incluida) que llegan 20 minutos antes de la hora, solos en la sala, con algo de miedo a que resulte mala, hasta los previsorios que llegan 20 minutos después, evitando así los anuncios de Coca Cola y seguros de vida. Los que no tocan las palomitas hasta que no se apagan las luces y los que ya se las han acabado, los que compran el combo gigante y los que llevan su propio snack bar escondido en el bolso.

Los que van narrando la película, los que expresan sus impresiones al instante, los que van por la acción o la aventura, las que van por los besos y los "descamisados", los niños curiosos, los amigos, las parejas enamoradas que no se enteran de nada más que ellos; un abanico diverso de personas unidas en silencio frente a la pantalla.

Cierto es que en nuestra época, gracias (o por culpa) de Netflix y otras páginas, no hay necesidad de pagar: fácilmente puedes sentarte en casa con tu más elegante pijama y unas exquisitas palomitas caseras (recién sacadas del microondas) a ver los últimos estrenos. Bonus: poder decir a tus amigos "Ah, esa peli ya la vi :)".

De todos modos, por algo los cines siguen ganando (aunque menos): las páginas nunca podrán quitar las memorias, las sensaciones... ese momento de desconexión, donde cambias las cuatro paredes por pintar de tu cuarto por un ambiente distinto.

A pesar de esto, también soy consciente de que lo que hace bueno el momento es quien lo vive y con quién lo haces. Sí, me gusta el cine. Pero también me gustaba ver pelis con mis compañeros de colegio en el salón de clases. O con mi prima sentada en el suelo de mi cuarto. O con un amigo frente al ordenador de mi oficina.

Todo son momentos especiales para mi. Como lo son para todos los que se olvidan del señor dinero durante una tarde para acurrucarse y disfrutar.

Yanil Sabrina Feliz Pache