Matar el tiempo


Matar el tiempo







Las cinco. Son las cinco. Habíamos quedado de vernos a las cuatro. Conozco a mis amigos: cuando dicen una hora, es esa hora más otras dos. Sumándole otra más si es por la noche.

Fui criado para ser una persona puntual: siempre llegar como mucho 5 minutos antes de la hora pautada. Y es una de las virtudes que más me ha pesado.

Mientras veo la gente andar, esperando ver algún rostro conocido, me gusta divertirme. El móvil es divertido por un rato, pero hasta la tecnología hastía luego de ver las mismas cosas con diferentes vestiduras una y otra vez.

Así que, luego de golpear mis dedos sobre mi muslo, me concentro un poco más en los rostros que veo. Sí...puedo divertirme con esto. Nada sucio ni hiriente; sin espiar, sin dramas.

Me gusta imaginar las vidas de esas personas. Qué las habrá llevado hasta allí esa tarde.

Miro una pareja tomada de la mano. Ella mira al frente, con una sonrisa; de vez en cuando lo mira a él, sonriente, con ese brillo de enamorada. Mientras tanto, él no deja de mirarla ni un instante. Me pregunto qué pensará: lo mucho que la ama, cuánto desea besarla o el rostro de la otra mujer con la que se ve a escondidas ¿Quién lo sabe?

Allí un grupo de hombres sentados en una cafetería: filosofía, deportes, mujeres... ni idea de los muchos o pocos temas ocultos tras el aroma de café recién colado y los vapores de leche bien caliente.

Las jóvenes que miran las tiendas y los modelos de ropa, decidiendo a cuál entrar; las que examinan las muestras de ropa. Una mira los estilos negros, tal vez para una cena formal o un funeral. 

Tal vez algún superhéroe o espía esté tras ese hombre con una gorra o esa chica que lleva las gafas. Una genio o una romántica, un astronauta de vacaciones o un futuro presidente...

El aburrimiento lleva a muchas cosas. Pero a veces prefiero esto: no soy fanático de escuchar los dramas. Después de todo, a veces no hay nada, a veces es demasiado. Me gustan las fantasías, la realidad puede ser decepcionante. 

-¡Al fin llegan!- le digo a mis amigos cuando llegan. Parece que se encontraron en la puerta. Aún faltan algunos, no es de extrañar.

-Sabes como es el tráfico por aquí. Dinos ¿Qué has hecho?

-Nada; matar el tiempo un rato en lo que llegaban. Vamos, se hace tarde, la película casi va a empezar.

Y allí fuimos. Me pregunto quién verá a este grupo en que me encuentro y se imagine alguna historia disparatada o ultranormal con nosotros.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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