Un final feliz
Un final feliz
Orson Scott Card- escritor estadounidense |
"Y vivieron felices para siempre". Cae el telón y el público deja de serlo. Todos se dispersan y dan la espalda a la princesa sonriente junto a su elegante caballero.
Ella se veía tan plácida, tan radiante y tan alegre con su vestido de boda y su maquillaje impenetrable por los paseos en el palacio y los miles de besos y abrazos de familia y amigos. Y una vez acabada la fiesta todos se fueron. Ya sólo la veían de vez en vez, en las pequeñas celebraciones que su marido organizaba para mostrar la suerte que tenía de tener semejante joya.
Todos eran ciegos (o querían serlo). Nadie se dio cuenta de nada. Porque a nadie se le hubiese ocurrido pensar en la sangre que bañaba el interior de los zapatos y el dolor de los pies; ni en que le costaba respirar de lo ajustado que estaba el traje para moldear su cuerpo y hacerlo ver como una escultura; ni que el glamour le había costado horas y días de dedicación y hambre.
Tampoco nadie tenía la intención de pasar fuera de las fiestas; ni de pedirle que se quitase la chaqueta que llevaba en verano para cubrir los moratones. Ni que andase de forma fluida y con menos prisa, aunque el té se enfriase o se cayese un emparedado al suelo. Quienes más la querían sólo saboreaban el delicioso gusto del té de menta sin recordar por un instante que ella odiaba la menta.
Nadie le dijo que mientras ellos estuviesen presentes él no podría hacer ni decir nada. Y que luego podría buscar alternativas; que si aquello salía a la luz no estaría tan sola como él le decía.
Para todos su sonrisa tan bella era lo que importaba; aún más que las sospechas cuando ella no podía salir sin él o cuando vieron su ojo morado que respondía a que ella "era tan torpe que se había golpeado con la puerta". O de cómo cuando supo que crecía vida en sus entrañas no había ilusión maternal ni ansias, sino una clara lectura de miedo.
Ella fue de las muchas buenas actrices, cuya vida tras bastidores salió a la luz cuando ya fue demasiado tarde, justo cuando eran dos víctimas y no una. No se consiguió nada; encerrar a una bestia en una jaula no sana la herida que abrió la pérdida. Ella mira desde algún otro lugar, viendo lo que no pudo ver cuando sus ojos estaban hinchados y menos ahora que ya no los puede abrir.
¿Cuál fue el final feliz?
Yanil Sabrina Feliz Pache
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