Clamores de un joven en llamas

Clamores de un joven en llamas

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Aquí me encuentro, escribiendo éstas palabras, sin saber si serán las últimas. La fiebre es intensa.

Un fuego inmenso me consume desde adentro. Una llama encendida por una bruja con el rostro de un ángel o de un ángel con los poderes de una bruja. No tengo ni idea.

Decía que no existe el amor a primera vista, me sumaba a los pragmáticos, realistas, partidarios de no creer en mitos de flechas clavadas y corazones en los ojos. Mas llegaste en una tarde para romper mis paradigmas.

Tu piel de porcelana, de una suavidad visible y deseable. Tu pequeña nariz de botón. Los cabellos, claro reflejo andante de una noche estrellada. Los labios de rosa, como invitándome, llamando mi nombre en el silencio. Y tus ojos, malditos y hechiceros, benditos y alabados ¡Cómo he soñado desde ese momento, en que los posaste sobre mi sencilla existencia, hundirme en los profundos océanos de tus ojos de aquamarina! 

Maldito, mil veces maldito, el momento en que tu mirada triste se encontró conmigo. Desde ese día, mis noches son un aguardar constante, a que tu figura purísima se presente en mi ventana. A que tus dedos acaricien mi rostro, a que susurres mi nombre y que suene diferente. Y a que todo este fuego infernal se libere. Todo hasta ese momento en que recuerdo: es pura fantasía.

Tuve que desviarme. El deseo de que ella encuentre esta carta es tan fuerte como la enfermedad que me aqueja.

A quien encuentre este trozo de papel, bañado en lágrimas, que sepa que fui una buena persona, normal y alegre hasta conocerte. Deseo que mis lágrimas ardan junto a mis huesos. Y a la causante de mis suplicios, se los agradezco. Ojalá que las flores que tanto desee entregarle en mi vida, ella me las entregue en mi muerte.

Si tengo la fortuna de entregárosla, mi misteriosa dama, ojalá sea generosa y salve los latidos de un corazón miserable. Aquí la espero, si me acepta. Y si me rechaza, al menos dedíqueme una lágrima para regar mi féretro.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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