Llamando la atención
Llamando la atención
El universo. La sola palabra evoca inmensidad. Usamos esa palabra mucho cuando buscamos exagerar, maximizar algo, etc.
Creo que el universo nos habla. Sus estrellas majestuosas, destellos de luz, como cientos de ojos llenos de historias que contar. Planetas que habitan en su vasta matriz. Agujeros negros, que contienen (o no) oscuridad perpetua, la misma esencia de lo que es nada. Cometas, estrellas fugaces, con la cola cargada de deseos de niños ilusionados y amantes adolescentes.
Sí. El universo es bellísimo (o bellísima, una dama). Esa podría ser una de las razones por la que nos atrae tanto. Tanta majestuosidad no puede simplemente estar allí. Es una especie de obra de arte viviente. Y el arte está ahí para ser admirada.
Tal vez no. Realmente no creo que sea algo tan sencillo. Tal vez sea más bien una lección. Nosotros, los seres humanos, solemos darnos bastante importancia. Nos consideramos únicos y solos. Creemos que nuestro planeta contiene todo lo necesario, toda la belleza que ver, toda la magia, etc. Y, como si fuera poco, eso se reduce a países y ciudades individuales.
Creo que el universo nos habla: para recordarnos que no es un único planeta. El universo vive, pero con unos latidos diferentes. No bombea sangre su corazón: bombea fantasías. Inspira a los poetas y pintores, astronautas y exploradores...trata de recordarnos que hay algo fuera de la órbita terrestre y las fronteras de nuestros minúsculos océanos.
Sería fantástico apagar todas las luces del mundo. Una noche. Al menos que lo haga cada mitad del planeta. Salir a las calles y observar todos hacia arriba. Al cosmos lejano. Mirar los ojos del espacio y abrir los oídos del corazón.
Así, juntos decir: "Universo, soy pequeño y te escucho".
Yanil Sabrina Feliz Pache
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