La libertad de vivir
La libertad de vivir
"La vida no se trata de esperar a que pase la tomenta; es sobre aprender a bailar en la lluvia" |
"El aire está compuesto principalmente por nitrógeno, oxígeno y argón. El resto de los componentes, entre los cuales se encuentran los gases de efecto invernadero, son vapor de agua, dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, ozono, entre otros. En pequeñas cantidades..."
¡Qué aburrimiento sentían los estudiantes! El tema era interesante, pero la motivación no estaba ahí. Muchos menos en un día como ese.
En aquella mañana lluviosa, el deseo de todos era estar acurrucados bajo las sábanas. Pero el deber llama; y una simple lluvia no es impedimento para padres ni maestros. Vaya si no lo es...bastaba mirar la cantidad de vehículos en las calles.
Los aplicados tomaban notas mientras el maestro llenaba la pizarra de símbolos y palabras. El resto de los alumnos miraban sus cuadernos, golpeando las mesas con sus lápices o sencillamente aparentando lectura.
Aún el maestro se esforzaba por no abandonar mentalmente el salón, para estar junto a su esposa en ese preciso momento; juntos, estarían mirando la pequeña tormenta, dejándose calentar por sus miradas y caricias.
Mucha monotonía. Salvo un detalle.
Uno de los chicos decidió mirar por la ventana. Pero no sencillamente al horizonte. Bajó la vista al patio. Allí había alguien.
Era una chica. No era de la escuela. Al menos, no la reconocía. Siendo de último año y bastante popular, ya conocía de sobra a prácticamente todos los alumnos.
Sus largos cabellos pelirrojos, empapados, llegaban hasta su cintura perfectamente moldeada. No podía reconocer mucho más de ella a causa de la lluvia.
La misteriosa chica alzó un brazo. Y comenzó a bailar. Se movía de forma tan fluida. Se fundía con la tempestad. Tan grácil, fluida y elegante. Excepto por esos cabellos. Llamas ardientes bajo el agua.
"¡Wow!" dijo el joven, llamando la atención de todos. Primero miraron los compañeros cercanos a la ventana (como él). La sorpresa general hizo que el salón completo se apelotonara frente al cristal. El maestro se acercó, con la excusa de poner orden, para observar la causa del alboroto.
Todos miraban extasiados aquella figura tan especial. La noticia no tardó en correrse por todo el instituto. Algunos intentaron tomarle fotos con sus móviles. Inclusive los maestros rompieron las reglas por ese momento. Pero las imágenes se veían bastante mal. Pronto abandonaron los intentos y simplemente gozaron del espectáculo.
Una música comenzó a sonar en cada uno de ellos. Sin darse cuenta de cómo, estaban tarareando la misma tonada.
Cuando terminaron, ella se detuvo. Hizo una reverencia y salió corriendo. La lluvia cesó poco después. Pero el recuerdo de esa bella y extraña joven perduró en ellos, mezclado con la misteriosa tonada. Un aire de alegría y unidad se respiró durante todo el día y a posteriori.
Nadie supo nunca quién fue ella. No importa quién fuese, lo que importa es lo que logró. Cada vez que llovía, aquellos jóvenes sentían un cierto fuego en su interior y salían a mojarse contentos, sin tabúes ni miramientos; como pareja: una memoria con cabellos de fuego.
Yanil Sabrina Feliz Pache
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