Saber aceptar

Saber aceptar

Carl Jung- psiquiatra suizo
Cuando salimos de tiendas vemos en los escaparates montones de zapatos de marca, vestidos glamorosos, una caleidoscopio de colores en maquillaje, cientos de discos, smartphones, etc. Hoy en día hay de todo, pero hay algo que no encontraremos en ninguna boutique: una solución mágica a nuestros problemas o una vida perfecta.

Cuando miras tu reflejo, no es el espejo el que te grita insultos. No sale una mano del cristal o una voz misteriosa que te indica que tus muslos son grandes o tu nariz horrenda. Cuando te sientas en un banco y ves a un niño jugar feliz de la vida, no es él que dice que es más feliz que tú.

Tú mismo conviertes tus quejas y pensamientos en un látigo con que lacerarte constantemente y sin tregua.

Las cosas son como son. Por intentar cambiar tu cuerpo con ayunos asesinos o la magia del bisturí; por obtener fortuna en dinero y objetos materiales; por adquirir conocimientos sin fronteras y plantarte en ellos no cambiarás tus problemas...

Tus padres seguirán siendo tus padres, con sus virtudes y amor tan inmenso por ti, como con sus muchos defectos y desconocimiento (en numerosas ocasiones) de las formas en que te hacen daño. No pasarás a ser un adonis o una venus, una deidad pasional que consigue el amor verdadero con sólo la vista. No serás instantáneamente aceptados por todos e inmune al rechazo...

Eso no existe. No somos perfectos a la vez que lo somos. En todas las imperfecciones, defectos y fallas que poseemos radica nuestra propia idealidad, lo que nos hace únicos. Tus problemas y complejos no son algo material que se resuelva con cosas físicas y/o superficiales. Tus inquietudes se ocultan en tus propias profundidades.

No creo que se puedan destruir del todo; no. Las debilidades nos hacen fuerte siempre y cuando sean aliadas. Si sabes aceptar lo que te disgusta, podrás convivir con ello sin que sea un impedimento en tu vida. Incluso puede que le cobres cierto aprecio nuevo. Es cuestión de soltar la queja y cambiar los ojos con que miramos nuestro propio panorama.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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