Lo que tuve que hacer

Lo que tuve que hacer

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"Odias cuando la gente te ve llorar porque quieres ser esa chica fuerte. Al mismo tiempo, odias como nadie nota cuán destruida y rota estás"
Tuve que ser fuerte.

Tuve que ser una roca ante las burlas. Tuve que avanzar pese a "Ser gorda, fea, muda, no popular...". Tuve que secarme las lágrimas y hacerme la sorda.

Tuve que ignorar su ignorancia. Su ceguedad ante mis batallas, no tan pequeñas como creían.

Tuve que correr a los mayores y resignarme al ver que el esfuerzo no servía de nada. 

Tuve que hacerlo. Pero no por ello dejaba de doler.

Dolía cuando se clavaban esas flechas en mi frágil ser. 
Dolía creer que pertenecía, cuando rodeada de gente me sentía sola.
Dolía fingir ser fuerte mientras me quebraba.
Dolía que a nadie le importaran mis lágrimas.
Dolía ser conocida y olvidada.
Dolía querer intentarlo, pero no hacerlo por temor al futuro.

¿Futuro? ¿Realmente es el futuro lo que me aterraba? ¿O era que se repitiese el pasado? ¿Que los parches cayesen a mis pies y que la sangre de las viejas heridas volviese a brotar?

Me construí un muro. Yo me hice mi propio reino, con amigos de papel. Navegué por el mediterráneo, vi torturas en Rusia, caminé por las calles más sucias y recónditas de un París revolucionario, vi el amor entre vivos y muertos, vi un ángel caído del cielo y a un demonio caminar por la tierra... muchas historias tras mis propias murallas. Mientras tanto, me perdía de la realidad.

No me di cuenta cuando mis muros se volvieron en mi contra. No noté cuando se cerró el aire. No pude ver cuando me consumí. Mientras la realidad se hacía más bella, yo me desvanecía en mi reino. Nadie se dio cuenta, ni yo grité a tiempo. Y los que lo notaron, los que siempre estuvieron, lo hicieron tarde.

Al final derrumbé los muros. Tuve que hacerlo. Y mi coraza. Tuve que destruirla.

Tuve que desnudar mi alma, descubrir mi voz, romper lo que aún estaba en pie. Tuve que hacerlo para hallarme entre los escombros, y en los escombros reconstruirme.

Ahora que estoy entera, tengo que caminar.

Tengo que llenar mis pies de guijarros para conocer el mundo. Tengo que sentir las espinas para poseer las rosas.

Pero ya no tengo miedo. Ya sé que no estoy sola. Ya puedo ver que nunca lo estuve. Y que nunca lo estaré. 

Tengo que caminar con mi persona en alto. Con mucho orgullo y poca prepotencia, sin olvidar quién fui, sabiendo quién soy y lo que quiero ser.

Yanil Sabrina Feliz Pache






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