Oda a los recuerdos negros

Oda a los recuerdos negros



Andrés Castuera Micher- escritor mexicano


Memorias: espectros incorpóreos y reales. Los fantasmas que cobran vida en mi mente. 

Imágenes de la película de mi vida se proyectan a voluntad: recuerdos de mi cuerpo convulsionar, temblores incontrolables, sentir mi cabeza a punto de estallar. La amnesia de todo menos de la caída que la causó. Memorias de la mirada perdida en un firmamento infinito hacia ningún lugar. Ojos negros como la noche sin el brillo de las estrellas.

Escucho el goteo lento en una habitación silente, junto con el débil jadeo de mi respiración. Figuras vigilantes que tratan de ahuyentar a la muerte, escarbando para sacar a la vida del pozo en que se oculta. Lanzando sogas y cadenas a brazos que no se estiran.

Sonrisas fingidas para silenciar sermones; sermones que se clavaban igualmente en las espaldas que sostienen mi fragilidad pasada. Pero la carroña, por estar maquillada, no deja de apestar.

La separación involuntaria, la depresión agotada. Hasta que no queda nada. Nada. Solo lágrimas y coros enfermizos, una reminiscencia de la vida que clama, raspando las paredes internas del cadáver.

El camino que se desmorona. La mente que ha enloquecido, ya no tiene ni entretenimiento. Amigos que se desvanecen, amor que se excusa y se retira para siempre. Solamente quedan los que aman con locura, esa que desespera y transforma. Y un reflejo desconocido.

Gritos de mil gargantas, todas con diferentes voces pero siguiendo un mismo son. El mismo cántico con muchas palabras. Una ópera mezclada con cacofonía. 

Memorias, antes llamadas malditas. Creí que estaban para atormentarme, para recordarme mis desgracias. Pero no.

Ustedes me recuerdan por qué luché. Tomé la mano oscura y la conduje al momento en que empezó el ascenso. Porque del fondo no se puede bajar: sólo se sube. 

Los recuerdos son dolorosos. Por ello es que lucho, por ello es mi orgullo lo que soy y deseo seguir siendo. Al fin una imagen con nombre. Nada queda: por ello reconstruyo el puente. Pico la piedra, creo ladrillos y construyo un nuevo pasadizo.

Los recuerdos negros me impiden olvidar que mi sombra tuvo vida, me poseyó y que podría volver a hacerlo. Los recuerdos negros me impulsan a mantener el reino de mi propia luz.

Hora es de crear nuevas memorias. No para destruir a las sombrías, sino para acompañarlas. Que tengan parejas buenas para unirse ambas en el baile: la fiesta por la vida.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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