Tras la fachada

Tras la fachada

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Paulo Coehlo- escritor brasileño
Un niño, por ser niño, no es idiota. Escucha y siente lo que lo rodea, aunque no sepa explicarlo o entenderlo del todo.

Un joven, por ser joven, no es imprudente. Sólo Dios sabe las cábalas que dan antes de actuar y la madurez con que pueden manejar sus errores.

Un anciano, por ser anciano, no es miserable. Son cajones andantes de sabiduría, muchas veces rebosantes de vida, con deseos de aprovechar el tiempo que les quede, aunque sea sólo para compartir sus historias.

Un hombre, por ser hombre, no debe ser macho. Es humano, con derecho a llorar, a sentir, a amar y a perdonar.

Una mujer, por ser mujer, no es débil. El peso que debe aguantar y el dolor por el que pasan, nadando contra la corriente, no todo hombre sería capaz de soportarlo.

Un creyente, por ser creyente, no es terrorista ni extremista. Cada quien lleva la fe a su forma; no se mide, no se paga, se vive. Y sólo Dios escucha los rezos: sean a la luz del planeta o de una vela en la oscuridad.

Un ateo, por ser ateo, no es un desalmado. La bondad de una persona no recae en los golpes que se dé en el pecho, sino en el corazón que esté ahí dentro.

Una persona delgada, por ser delgada, no es feliz. No conoces los sacrificios que pudo haber pagado, ni lo que puede ocurrir en su interior. No sabes si lo que ves es salud o enfermedad.

Una persona obesa, por ser obesa, no es glotona ni fea. O es más feliz que muchos, porque hace oídos sordos a los prejuicios del mundo o puede estar enferma y necesitar ayuda. O ambas cosas, quién sabe.

Un depresivo, por estar deprimido, no es un suicida. Sólo lo es sino le das tu apoyo, aunque sea difícil la labor.

Una persona alegre, por sonreír, no tiene que ser feliz. Las máscaras pueden ser tanto hermosas como horrorosas; el fin siempre es el mismo: ocultar el rostro real.

Un psicólogo, por ser psicólogo, no es inmune a los problemas y las enfermedades que estudia. Puede necesitar, en cualquier momento, un apoyo.

Un político, por ser político, no tiene que ser corrupto. La integridad debería conservarse sin importar en cuánto quiera ser comprada: eso no tiene precio.

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Es tan fácil juzgar un libro por su portada; una casa por la fachada. Somos maestros en hacer lecturas basadas en la superficie ¿Por qué no nos sacamos un doctorado en aprender a leer el interior y a conocer a fondo lo que pasa tras el portal?

Yanil Sabrina Feliz Pache

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