Y sin darnos cuenta...

Y sin darnos cuenta...



Estamos en piloto automático; eternos autómatas de una ruleta sin sentido. Y sin darnos cuenta, todo cambia.

De pequeños, nos preguntamos cuándo creceremos y lo aguardamos con fervor. Nos es imposible tan siquiera imaginar que nuestros padres y adultos relacionados fueron tan pequeños como nosotros. Y sin darnos cuanta, cada día nos parecemos más.

Recuerdo que cuando era pequeña, tenía que ponerme de puntillas para ver la base de mi cabeza reflejada en el espejo del baño. Me decía: "algún día crecerás lo suficiente como para verte bien parada". A veces recordaba esas palabras, cuando veía que ello se hacía realidad. Y sin darme cuenta, ya hace muchos años de esos ruegos infantiles. Ahora esa imagen es la que me recibe.

Me decía como niña, que cuando fuese grande, tendría éxito; una mansión, un esposo amoroso, hijos felices, auto, empleo, etc. Soñaba pensando que eso era la felicidad verdadera; que sólo ello importaba. Y sin darme cuenta, cada minuto cuenta; la felicidad no está en soñar y punto: está en vivir los sueños.

Pensamos que todo y nada cambia. Que el mundo es todo lo que nosotros no: con estilo, con belleza, con encanto, con madurez. O se lucha por llegar a esas expectativas, nunca completadas, o es la resignación (exceptuando los pocos que alcanzan la elevadísima aceptación). Y sin darnos cuenta, cada uno de nosotros posee un encanto que resplandece con luz propia. Alguien nos mira con ojos de ilusión; para muchos pertenecemos al mundo, para pocos somos el mundo.

Nos hacemos a la idea de que lo que hacemos pasa desapercibido; hacemos lo bueno aguardando grandes recompensas y cuando no llegan al instante, llega la creencia de ser invisible. Si se hace lo malo, se piensa que nadie lo ve. Porque queremos ser vistos y reconocidos, creemos que no lo somos. Y sin darnos cuenta, cada palabra, cada acto, cada movimiento tiene un impacto en algo o alguien. Ello, invariablemente, nos afecta.

Cuando una cosa termina, es porque algo más empieza. Los eventos en nuestra existencia forman eslabones de una cadena que sólo deja de construirse cuando la muerte lo manda. Al mismo tiempo, somos partes importantes de la existencia y el presente; si nuestra cadena no existiese, la máquina mundial sería completamente distinta. Lo creas o no, eres importante. No lo olvides.

Yanil Sabrina Feliz Pache

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mentiroso mentiroso

No me cortes las alas

Entrada