Bajo las aguas
Bajo las aguas
Frase Dr. House |
Las calles recibían el riego de la lluvia que lo cubría todo con su cortina de agua fresca; el petricor revestía el ambiente relajando a quienes percibían su presencia. El sonido reinante era el resonar de las gotas sobre el suelo, apenas interrumpido por algunos pasos de piernas (o patas) pisando los charcos furtivamente.
Cuando el chubasco aparece, las personas pueden tomar dos posturas: el que la aborrece con toda su alma y el que la ama. Muchas veces los niños salen corriendo para darse una ducha natural y dejar volar su imaginación bajo las nubes descargadas. Pero en esa mañana gris de domingo, la pereza movilizó a todos bajo las sábanas calientes.
Parecía como si el cielo llorase ¿Acaso estaría empatizando con aquella figura silente y sombría que surcaba aquellos parajes solitarios? ¿Era una caricia, intentando borrar las lágrimas de sus ojos? ¿O acaso era un intento fallido de lavar la suciedad en que ella se sentía sumida?
¿Sería su dolor sempiterno? ¿Acaso esa ataraxia que recubría su cuerpo mancillado alguna vez dejaría de ser maldita?
Se sentía culpable por un crimen que no había cometido. Como si por ser hermosa y sonreír se hubiese merecido aquello. Su fantasma viviente era lo único que perturbaba aquel paisaje tan pacífico. Su llanto hecho una bola en su garganta pugnando salir pero la amenaza del malhechor la convirtió en muda incluso sobre los recuerdos amargos cual hiel.
Ella no sabía si sería creída. Hacía ya mucho tiempo que se sentía acosada e incomodada; pero esa noche la gota había rebosado el vaso. Ya no podía más. Imposible. Tenía que decirlo. Aunque el poder de su violador la convirtiese en loca o que terminase en la miseria. No podía sellar sus labios para siempre como lo había hecho toda su vida. Era el momento de explotar pues ya no tenía nada que perder. Y lo haría. Y lo hizo.
Un largo proceso estaba a punto de comenzar. Ya la ciudad se dividiría entre los que la odiarían, los que la apoyarían y los que se mantendrían al margen. Pero con tal de levantar la losa y que salieran las arañas, todo eso le daba igual.
Cuando el sufrimiento es tanto que inunda a quien invade, vale más ser recluido del mundo y vivir en el rechazo antes que morir por el dolor y padecer cada minuto un silencio indebido.
Yanil Sabrina Feliz Pache
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