Dentro del laberinto
Dentro del laberinto
José Bergamín- escritor español |
Corres y corres sin cesar en el interior de ese extraño paraje. Das vueltas por los corredores del embrollo de tu mente; muros tan fuertes como tus ideas irracionales y tan altos como tu fe en ellos.
El objetivo no es dejarte encerrado en la parte más profunda. Es dejarte tan extraviado que estés parado frente a la salida y seas incapaz de escapar.
Cada pared susurra palabras engañosas, algunas son puras mentiras pero de sonido tan dulce que se ingnora la forma en que envenenan. Otras son tan realeas que se vuelven falsas. Cada muro con sus susurros peculiares arrastran a todas las esquinas y rincones. Y aunque la desesperación suele ser un motor de huida, muchas veces el laberinto se viste de espejismos muy verosímiles.
Aquí no tienes el hilo de Ariadna para encontrar la salida; en este caos construido el Minotauro no está en el centro de todo. No, aquí la bestia es toda la estructura. Y eso es lo peligroso. Porque no fue una construcción hecha por un gran ingeniero ni puesta en pie por un eficiente albañil; dicho con otras palabras, es frágil.
La forma de escape es la misma que puede matarte. Es dejar que caigan las paredes, al menos una. Si la esquivas, podrás ver la verdad y dirigirte hacia ella. Cuando veas que eso es más tangible y bello que los sueños de vapor que te vendías, saldrás. Si por el contrario, la pared cae sobre ti, quedarás atrapado en ese reino de fantasías hasta que te asfixies con tus propios pensamientos.
Trata de escalar un poco, motiva tu huida maestra siguiendo los rayos de luz que ocasionalmente surgen y prepárate para poner en orden tu cabeza y construir un castillo sólido en ti.
Yanil Sabrina Feliz Pache
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