Diferencia de opiniones



Diferencia de opiniones



El olor a café tostado y pasteles recién horneados era tan relajante. Un bálsamo en medio del ruido de charlas de amigas, tomando una pausa de su tarde de compras, y del teclear de laptops de escritores y bloggers que buscaban inspiración y desconexión.

Él la esperaba con ansias; las mismas que en su primera cita. Se conocían desde hacía ya mucho tiempo,  pero por alguna razón la palabra “cita” infundía en la reunión un ambiente extraño que lo ponía nervioso.

Allí estaba: tan hermosa como esa primera vez. La única forma en que la describía era con joyas y metales: ojos de esmeralda, cabellos de ónix, labios de rubí y corazón de oro. Tan bella, lista y sencilla a la vez.  Era el amor de su vida y ellos estaban hechos el uno para el otro ¿No?

¿Ella lo amaba? Él lo dudaba. Por eso estaba allí. Necesitaba una respuesta. A pesar del miedo; podría salir de allí siendo el hombre más feliz del mundo o el ser más desdichado. Todo dependiendo de los acontecimientos.

La conversación se fue por diversos parajes: clima, el fútbol, videojuegos, etc. Entre ellos no habían tabúes ni temas muy aburridos. De hecho, disfrutaban hablando de todo, pero no tanto como de su mutua compañía.

En medio del mar de risas, él se aventuró; tenía que ver si era un error:

-Eres espectacular. Te amo tanto- dijo él, mientras acariciaba su mejilla.
-Gracias- dijo ella con un susurro mientras miraba al suelo.
-Y ahí está.
-¿Qué ocurre?
-Desde que te he conocido, me he vuelto otro hombre. Empezaste siendo una simple amistad, hasta que decidiste aceptarme para ser algo más. La primera vez que  me dijiste “Te amo”, sentí que volaba. Y cada vez que lo escucho salir de tus labios, “Te amo”, me considero el hombre más suertudo que existe. Pero…cuando soy yo quien lo dice…Dudas. No me cabecees por favor, yo lo veo. Bajas los ojos y hablas con un hilo de voz, como si no creyeses en mis sentimientos…
…¿Qué tengo que hacer para demostrártelo? Si quieres que baje la luna del cielo, que escale el Everest y clave una bandera con tu imagen, si deseas un collar de estrellas o que descienda a los infiernos, lo haré; y no son simples promesas políticas, es la verdad.

De sus ojos comenzaron a salir lágrimas. Ella no podía contener la emoción.

-No es que no creo que me ames- dijo ella- es que no creo merecerlo. Me cuesta un poco aceptar completamente que alguien como tú pueda querer verdaderamente a alguien como yo.  Tan imperfecta, tan frágil. Soy incapaz de vencer a mis propios demonios; demasiadas cosas me atormentan. No comprendo como tú puedes soportar esto. Es normal que dudes; no es fácil amar completamente a otra persona siendo incapaz de amarse a uno mismo. Espero con terror el día en que abras los ojos y me abandones. Por eso me resisto a mostrar el fuego de alegría que me embarga cuando dices esas palabras tan bonitas.

Él la miró estupefacto.

-¿Cómo puedes pensar algo así? Te amo completa, con tus ángeles y con tus demonios. No deseo una mujer perfecta; menos aún sabiendo que yo no lo soy. Ni yo ni nadie, lo que deseo es tenerte a mi lado.

Pronunció estas palabras con sus labios y manos, escribiéndolas con los ojos suplicantes mientras le entregaba el anillo de diamante.

-Ahora que sé que me amas, dime ¿Quieres casarte conmigo? ¿Juntar tus ángeles y demonios con los míos, y tener nuestro propio mundo?
-Sí.

Allí, en medio de aplausos, se fundieron en un abrazo y un beso de amor. Sus temores no se desvanecerían de inmediato, ambos debían procesar lo ocurrido; no obstante, ella estaba a punto de empezar un viaje de compromiso; no sólo con el amor de su vida, también con ella misma.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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