En el mundo de Alicia

En el mundo de Alicia

Frase de Alicia en el País de las Maravillas

No le gustaba la realidad que vivía; así que se fue al país de las Maravillas. Siguió al conejo blanco: el nexo extraño entre el sueño y la realidad. Todo formal y elegante la arrastraba al mundo de la locura. Ella no podía ver el reloj de bolsillo, ni la cuenta regresiva que indicaba lo que le restaba para perder definitivamente el camino de regreso.

Ella sólo se dejaba capturar por los colores que surgían. 

Probaba lo que surgía en el camino: crecía y se hacía pequeña; un ir y venir para pasar por una puerta cuyo destino desconocía. Mas su pasión por el conejo y lo que le prometía (algo nuevo, que la sacase de la rutina sin desconectarla por completo; al menos eso creía ella) la hacía ponerse en riesgo. La aventura y el conocimiento valen más que el peligro...

Iba entrando y encontrándose con personajes de ensueño que la ataban a las raíces de árboles imaginarios. Los gemelos se multiplicaban y la hacían dar vueltas y vueltas sin parar. El gusano que con su pipa la cubría de humo aromado. Flores hermosas que se mofaban de ella con espinas de hirientes comentarios, mientras con sus pétalos le daban empujones; el gato seductor que le sonreía; el sombrerero loco, que con los vapores de su factoría había perdido el tino y se había creado su propia fiesta desenfrenada.

Lo extraño le asustaba mientras no se acostumbrase y buscaba una forma de regresar. Pero tampoco sabía bien a qué.

Todos eran esclavos libres; libres porque andaban libremente por los pàrajes del desenfreno pero esclavos porque sus pasos estaban condicionados por la guillotina de la Reina de Corazones. Ella marcaba lo correcto, que en ese mundo lo correcto era lo que mantuviese en un pedestal su figura imponente.

Alicia, en medio de todo aquello sin sentido, mantenía cierta cordura y sensatez, un poco de encanto... algo que en el caos le sirvió de poco cuando el poder no sigue la verdad, y la verdad tiene algo de realidad. Por suerte, pudo escapar a tiempo. Su miedo fue tan intenso que, en vez de paralizarla, le sirvió como una soga que la haló de nuevo a su destino original.

No obstante, ella siempre añorará un poco su mundo sin sentido. Allí el tedio de todos los días no importaban, no había problema en ser un problema ni sentido hablar con sentido. Ella sabía que, sin las ataduras de ese corazón podrido, allí subsistiría por siempre, porque aunque no tendría una estructura, podría ser ella misma sin temor a perder la cabeza.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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