Tras el cristal
Tras el cristal
Desde el cuarto piso, lo veía todo. Le encantaba arroparse con una manta, apenas comenzaba a asomarse el frío invernal, y mirar el panomara de aquel quinto piso. En esos momentos, su única compañía era una taza de té caliente y sus pensamientos fríos. O al menos así eran ahora.
La primera vez que se asomó fue amor a primera vista. Las aves surcar el cielo; el cielo adornado de azul, violeta y leves tonos de rosa pastel; las luces tímidas de una urbe que está despierta, aún cuando caen las tinieblas sobre ella...todo hacía de ello un sueño para ella: una chica que había vivido toda su vida en un pequeño pueblo rural. Ahora se le presentaba la oportunidad de crecer como persona en medio de esa ciudad monstruosa (que crecía con ella).
Pero aquellos ventanas le presentaban más que titanes de acero. A través de ellas podía ver una enorme masa humana, tan unida que estaba separada. Tras cada pequeña ventana de edificios vecinos, abajo en las aceras: en todos lados pequeñas historias con que llenar sus momentos de soledad.
Un día vio un niño. Intentó cruzar la calle solo y casi lo atropella un taxi. Un hombre joven, acercándose a la mediana edad, corrió hacia el pequeño asustado y lo rescató. Supuso que era su padre, por el miedo y el dolor que estaba escrito en su rostro. Se lo imaginaba gritándole, con las lágrimas saliendo de sus ojos: "¿Cuántas veces te hemos dicho que no cruces la calle solo? ¡A tu madre le daría un infarto! ¡Debes tener más cuidado!".
Desde esa escena, se hizo fanática de los cotilleos. Y ya no sólo de las propuestas matrimoniales ni las disputas violentas que ocurrían afuera. Ahora también se enteraba de su alrededor más cercano.
No le gustaban los programas de farándula. Para ver eso mejor miraba por la ventana: más realidad a menor precio. Para que le vendiesen historias ficticias prefería hacerlas ella. Su mente se volvió más avispada, sobre todo con los comentarios chispeantes de sus vecinas; las unas a las otras se criticaban constantemente y ella se enteraba de todo lo que no llegaba al alcance de su vista (ni de su mente, una vez inocente). Desde la que se ha casado con el horroroso vestido de su abuela, pasando con la que ha engordado, hasta llegar al nuevo inquilino súper atractivo que todas deseaban con ansias.
En su pequeño pueblo se podía saber todo de todos, pero no era la prioridad ni el deseo de la mayoría. Aquí eso era el pan de cada día. Y una vez probado, no se puede abandonar fácilmente. Lo malo es que te enfocas tanto en ello que te olvidas de ti mismo. Así pasó de ser una chica dulce e inocente, muy concentrada en sus asuntos y con mucho autoconocimiento, a ser la curiosa discreta (que logró seducir al vecino guapo).
Yanil Sabrina Feliz Pache
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