En el campo de batalla

En el campo de batalla

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Una tensión palpable en el ambiente. La paz y la calma antaño amadas se han escondido ante la potente figura del conflicto. Ya no vuelan las palomas en la plaza del pueblo; ahora son los cuervos quienes rondan por ahí, emisarios de lo que se avecina.

Lo que antes era una unidad se ha fragmentado en tres segmentos.

Los soldados se preparan para la carnicería. Ellos son los que atacan sin ser los atacantes; son títeres de los superiores. Ellos mueven los hilos y siembran la semilla de destrucción en los corazones sencillos que no saben marcar un límite o distinguir la maldad con claridad. 

Los que son atacados son los que entran en el juego del poder. Muchos querrían huir del conflicto pero la rabia que se instala ante la injusticia pintada se vuelve una venda que les hace saltar a la acción. Las balas saltan de ambos lados, es sólo que el arrojo de algunos combinado con el terror de otros hace que unos caigan y callen con las embestidas. Ambos son atacados (sólo que unos atacan de frente y otros por la espalda).

Por último están los observadores. Los pobres desplazados que deben ver con horror la destrucción de su hogar, de la unidad antaño establecida. 

Es todo un círculo vicioso con estos bandos como actores. Un instante de paz seguido por una avasalladora masacre. Al final siempre vuelve la momentánea calma para volver a la guerra que deja la tierra regada de sangre y lágrimas.

Suena como algo lejano ¿No? Algo que, a menos que no vivas en un país en guerra con suerte nunca verás. 

Pero¿No es eso lo que se vive muchas veces en el hogar,colegio, trabajo...? La convivencia puede ser complicada y más cuando los miembros del hogar o el lugar que sea, sean familiares, pareja o compañeros del camino (atacados) se dejan atrapar por las garras de enfermedades o chismes a las espaldas (a los que volvemos superiores y nos mueven a atacar) mientras algunos miran con impotencia (observadores) sin poder decir nada por temor a salir lastimados. 

¿Hablar? ¿Callar? ¿Seguir? La sangre no parará hasta que no se derrumbe al tirano (con ayuda de mediadores si hace falta) y que se curen las llagas abiertas.

¿Te animas a levantar la bandera blanca y a buscar la paz añorada?

Yanil Sabrina Feliz Pache





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