La danza de los cuatro elementos

La danza de los cuatro elementos

What a gorgeous interpretation of the 4 elements.
Imagen extraída de pinterest

Vasto el páramo, de ellas el hogar.

El aire allí, solitario, caminaba en libertad. Volando sobre una nada hermosa en su totalidad, sumida en sus pensamientos y razonamientos . Unos pocos árboles y el césped, obras de la tierra, apaciblemente dormida allí.

De la nada, una chispa surgió. Una brasa misteriosa. El aire, en su danzar distraído, le dio impulso. La pequeña brasa se transformó. Tomó altura y las formas de una mujer.

El aire se detuvo ante la visión ardiente, que comenzó a moverse con una gracia inusitada. Saltos, contorsiones, movimientos sensuales. Era hermosa.

Pero su danza licenciosa era tan letal como preciosa. La tierra ardía con los pasos del baile. Los árboles se retorcían de dolor. Pobre ella, que despertaba cuando era ya demasiado tarde. Sus criaturas morían por no escapar de la pasión fogosa.

Cuando el fuego se detuvo y vio su crimen inocente, se apenó bastante. La rabia y la pena por su acto de diversión, sólo hacía que sus llamas se intensificasen. El aire intentaba calmarla pero no era capaz. 

De repente, en medio del humo, surgió otra dama. Sus movimientos eran tanto o más gráciles que los del fuego, pero contrarios. Refrescante era la visión del agua en medio de ese extraño infierno.

Ella se acercó. Miró a los ojos al fuego. Y sin pensarlo dos veces, la abrazó. El fuego se dejó abrazar. Se sentía morir, pero también serena. Purificada. Una cortina de humo las cubrió. El aire giraba con curiosidad alrededor de ellas, aguardando.

El fuego se había desvanecido. Donde yacía su infernal figura, ahora no había más que una montaña de cenizas. El agua se desplomó allí.

El aire miró a su alrededor el páramo vacío y destruido. Tan agreste, tan marchito. Calcinado por la inocencia, por la maldad oculta en la pasión impía.

Mas del montón de cenizas mojadas, surgió una pequeña raíz. 

¡La tierra no estaba muerta! Siempre estuvo presente. Ahora, tras esta conmoción, se despertaba. Con movimientos firmes pero bellos, hizo nacer de las cenizas lo que el fuego le había robado. 

Todo volvió a ser igual. La tierra miró orgullosa su labor y volvió a su sueño. Y el aire, sumida en los pensamientos pasados y presentes, retornó a su vuelo.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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