Mal de ojo



Mal de ojo


Arthur Schopenhauer- filósofo alemán
Hola envidia, dama maldita. Aquí vienes otra vez.

Tenían razón cuando te decían anguila: reptas entre las personas y te deslizas sobre sus pieles, llenando de baba todo lo que tocas.

Con tu andar seductor creas una barrera que nos separa. Ahí nace el olvido, de que ambos somos humanos, de que tenemos grandes virtudes y demás. 

Se quiere lo que no se tiene, desde la fortuna y el amor, hasta la felicidad. Hasta el punto que duele en el alma ver sonreír a esa otra persona; el brillo de su dentadura es cegador, y se desea profundamente apagar ese sol.

Lo peor: eres tan grande que eres guía. Con tu mano fría y pestilente, conduces a la calumnia. Juntas van contaminando lazos de amistad. Van llenando el mundo de chismes. Comienza siendo divertido, hablar de los demás una y otra vez, sea o no sea verdad. Porque a ustedes les fascina moldear las verdades para que sean más atractivas.

Así comienzan a tejer. Un hilo bonito que se transforma en una madeja enredada. Tan peligrosa es, que no son pocos los que mueren en ella.

Me das asco. Mucho asco. Porque ya he visto los destrozos que tus manos verdes han hecho. 

Hasta que el mundo no te vea, seguirás siendo poderosa. Alguien tendría que cortarte la cabeza, hacer como hizo Hércules con la hidra: cortar y quemar, para que no vuelva a crecer. Ya veremos. 

Sigue haciendo de las tuyas, pecado repugnante. Eres fuerte, pero yo creo en que los hombres y las mujeres, pese a lo que tú piensas, también lo son.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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