El modelo del día

El modelo del día

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Que nadie toque la puerta ahora, porfavor, que estoy desnuda; que nadie me vea- se decía.

¿Qué me pongo hoy?

El vestido de la alegría desbordada es el que más gusta; se me ve muy bien. A mis padres les complace verme con él y combina con el de mis amigas. Pero es que a veces es tan incómodo: algunos días me queda pequeño y me asfixia.

¿Qué tal el vestido de coqueta? Es un imán natural para los chicos. A las chicas les ha traído tantos beneficios; mucho cariño e incluso algunas cosillas que dicen están muy bien (aunque sinceramente no me convencen).

El de tristeza se ve muy mal; es muy oscuro para mi piel y a casi nadie le gusta como se me ve; cuando lo llevo puesto todo el mundo me lo quiere arrancar y cambiar. Pero es que me atrae tantas personas de forma cómoda. Consigo mucho cariño y mimos...

El de payasa también está bien. Cada vez que soy la cómica es como estar en un escenario. Recibo risas, ovaciones, de todo. Aunque me pasa parecido con el de intelectual; salvo que con ese obtengo admiración y/o envidia junto con un subidón de autoestima, el otro es más relacional.

El de la ira es un repelente natural, ese lo dejaré para usarlo en casa, o en ocasiones que lo requieran. Sólo con quienes me quieran tanto que ni eso los espante.

¡Uf! ¡Cuántos modelos para escoger! ¡Tanta gente por complacer!

Y allí, en un torbellino de ideas y pensamientos, la respuesta le llegó.

-Ya lo sé- dijo; se quitó lentamente la piel desnuda, dejando claramente y a la intemperie todo su ser, su esencia repleta de matices: así es como querría ser vista de ahora en adelante para ahorrarse dolores de cabeza: en su desnudez al desnudo.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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