El poder de la mirada

El poder de la mirada

William Shakespeare- escritor italiano

Tenemos dos labios repletos de palabras; pueden ser una pequeña ventana para nuestros pensamientos. Pero mucho más lo son los ojos: ventanas del alma y todo el ser.

No importa el color ni la forma; todos están allí, cantando una historia y develando secretos más claramente de lo que lo hace la boca. 

Una palabra mordaz es mordaz y peligrosa, cierto. Pero no tanto como una mirada fría y malévola. Una de esas se clava en lo más profundo del corazón y paraliza al instante.

¿Y una mirada amorosa? Decir "Te amo" lo puede hacer cualquiera: es simplemente un conjunto de sonidos y vocablos. Nada más. Pero cuando los ojos lo dicen hay sinceridad, sentimiento. No sale de la garganta, sale del sentimiento. Una promesa amorosa declarada por escrito u oralmente puede romperse con los actos. 

La mirada amistosa y honesta parece el fuego de una chimenea, te da calor cuando tienes frío y ánimos cuando estás caído.

Los ojos son parlanchines: dicen lo que tu cuerpo susurra y tus labios niegan. Pero son mensajeros silentes. Hablan con signos; osea que si no los sabes leer no los sabrás escuchar. Bien lo dice el dicho árabe: "Quien no entiende una mirada jamás entenderá una larga explicación".

Al igual que el chino, el catalán, el castellano, el francés  y todos los idiomas que se hablan y manejan, el de las miradas se aprende con la práctica. Mira más allá cuando mires al amigo o al enemigo. No veas sólo un color. Escucha con tu vista: ayúdate de lo que quiere decir el cuerpo para leer las letras que se leen en el iris. Pero es algo que requiere mucha iniciativa.

Sumérgete en el mar de unos ojos azules como el mar calmo o el cielo despejado en un cálido día de verano; adéntrate en las profundidades de un par negro como la noche oscura y misteriosa; aventúrate en los que son verdes cual selva tropical o de un ámbar reluciente y primitivo... Anímate a atravesar la ventana: ésa es la salida.

Yanil Sabrina Feliz Pache

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